Texto y foto de Ángel Huguet

Hace cinco años, 27 de diciembre de 2014, Ángel Pérez dio el “sí quiero” al nombramiento de obispo tras recibir la “llamada sorprendente” desde la Congregación para los Obispos, “me preguntaron si conocía Barbastro y dije que solo de paso cuando íbamos al campamento de Pineta. Me dijeron, el Papa Francisco te necesita en la diócesis de Barbastro-Monzón”. Más emotivo fue el encuentro personal, “el Papa con una cariñosa palmadita en la espalda me dijo, atrévete y disfruta”. A partir de ahí vino lo demás hasta la ordenación episcopal en la catedral, el 22 de febrero de 2015, cuando sustituyó al obispo Alfonso Milián, por jubilación.

En el transcurso del tiempo “ha habido momentos duros, fuertes y delicados. En el buen sentido, tengo a mano extintores abiertos y confieso que el Papa no me habló de ser bombero sino pastor. A veces, el celo sobrepasa el trabajo coral que hacemos en esta Diócesis donde remamos en la misma dirección. Lo que más destacaría, las personas, he vivido muchas emociones y jornadas donde se te encoje el alma”.

Por otro lado, “ves la reciedumbre de la gente y su capacidad cuando le das oportunidad, tal vez lo que cuesta más, tener altura de miras y generosidad, en común por encima de lo personal. No tengo madre, ni padre ni perro que me ladre (risas) así que vivo para los demás sin nada que ganar ni que perder. Eso da cierta libertad para afrontar situaciones enquistadas, no por mala voluntad sino porque, a veces, se han hecho así siempre y en algún momento tenemos que reconducir las cosas con criterios de futuro”.

Se refiere a los cambios durante los últimos años, “la unidad pastoral ya estaba en el germen, hubo intentos anteriores y la impulsé porque estaba convencido de su efectividad, creía en la necesidad de ponerla en marcha y también que serían precisos unos años para consolidarla. Que sea natural la presencia a través del sacerdote, de los animadores, catequistas, voluntarios en la pastoral de la salud. En definitiva, gente que se ocupa y preocupa de que llegue a todos y se respete la dignidad de la persona”.

Respecto a las tareas de los animadores que complementan la labor de los sacerdotes en una Diócesis con media de edad de 72 años, “cuando llegué a Barbastro, en el primer consejo de Presbiterio ya pregunté por el estado de la casa y los cimientos. A partir de entonces, se trabaja en muchas cosas que apenas se ven y espero que, en unos años, se note la labor realizada con criterios de futuro en la pervivencia de la Diócesis. Si estamos menos sacerdotes, somos más mayores y tenemos menos relevancia social, lo que importa es trabajar con aquellas personas que constituyen el núcleo vital en las poblaciones y que sean quienes construyan esa sociedad de futuro”.

Desde esta perspectiva se refiere al futuro, “solo Dios sabe si está garantizado o no. A veces me dicen que debo ser providente y lo soy porque si fuera solo por lo que uno hace, es evidente que estaríamos en quiebra. En el análisis de la realidad diocesana que hice al principio con 7.000 kms. cuadrados, 254 pueblos y 80 curas, entonces, porque ahora tenemos 48 de los cuales 10 están en la Residencia, fuera de servicio, la situación de empresa sería muy mala. En cambio, con criterios de fe, tengo confianza muy grande en las personas. Todo dependerá de lo que seamos capaces de hacer en conjunto”.

Destaca la labor que realizan 35 misioneros y misioneras naturales de localidades diocesanas, “en realidad, todos somos misioneros en casa, en el ambiente laboral, social, entre amigos… Lo más fuerte y contundente son la coherencia de vida y el testimonio, lo más sobrecogedor la generosidad de este pueblo a la hora de salir por el mundo. Es una sorpresa agradable”.

Además valora la historia religiosa, “somos la Diócesis con mayor número de beatificaciones y se iniciará el proceso de 204 sacerdotes, 6 seminaristas y 31 seglares. La Diócesis resurgió de cenizas de la antigua donde quedaron solo 20 curas”.

Al mismo tiempo no oculta “cierta desilusión entre la gente de los pueblos que visito porque intuyen que muchas realidades se mueren pero tengo la convicción de que estamos a tiempo si somos capaces de mirar todos en la misma dirección. He comprobado que hay potencialidad. En los pueblos nunca pregunto por las siglas políticas del alcalde porque cada uno, desde su ámbito, tenemos una realidad a la que servir. Los poderes públicos es la vocación más sublime porque administrar no es dominar ni tampoco afán de poseer”.

Se refiere al patrimonio, “el turismo religioso es fuente de riqueza en muchos pueblos, imagina que desde Torreciudad fuera viable una ruta hasta Roda y otros pueblos de la zona del Románico. No es fácil pero sería viable aprovechar los recursos disponibles y posibles iniciativas beneficiosas entre patrimonio, turismo, naturaleza, gastronomía y bodegas. La cuestión es que seamos capaces de sentarnos para estudiar todas las opciones”.

El balance del obispo Ángel Pérez es sencillo, “servir a todos de manera incondicional” y también incluye los reclusos en cárceles aragonesas a quienes visitará en Navidad, “no los quiero por lo que hayan podido hacer sino por lo que son y significan para Dios. Este año repetiremos la campaña de los 5 minutos de esperanza telefónica para que hablen son su familia y el día 25 celebraré la misa en la cárcel de Zuera”.

 

 

 

 

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