La cuarentena del coronavirus permite a los fieles budistas profundizar en su yo interior

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El templo, estos días vacío, de la comunidad monástica de Panillo (Foto: Angel Gayúbar)

La crisis del coronavirus y el confinamiento generalizado está trastocando la vida de todo el mundo, cambiando sus hábitos y condicionando su actividad cotidiana y proyectos de futuro. Una situación a la que no escapan los fieles budistas del lamasterio ribagorzano de Panillo que están teniendo que reprogramar estos días sus usos y costumbres habituales y retrasar varias convocatorias religiosas ya programadas.
La presidenta de la Fundación Dag Shang Kagyu y portavoz del lamasterio, Isabel Alcántara, pasa estos días de aislamiento con su marido en su hogar de Graus y desde allí asiste al confinamiento de sus correligionarios en el templo, a escasamente ocho kilómetros de distancia que ahora parecen un universo. «Los residentes en la comunidad se encuentran aislados, sólo sale una persona una vez a la semana para hacer las compras imprescindibles», confirma Alcántara reconociendo, no obstante, que este retiro generalizado causa menos problemas de ansiedad a los integrantes de la comunidad budista que a otros colectivos y personas.
«Nosotros tenemos el recurso de la meditación, que forma parte de nuestra filosofía vital, y este aislamiento generalizado nos ofrece una oportunidad única para hacer una introspección personal y para profundizar en los rezos por todas las personas que sufren en el mundo», señala, confirmando que debido a la actual crisis sanitaria se han suspendido todas las actividades previstas para los próximos días de Semana Santa, entre ellas unas muy concurridas prácticas a las que habían confirmado sus asistencia más de 200 personas de toda España.
El anuncio del confinamiento generalizado pilló al líder espiritual de Panillo, el lama Drugyu Tempa, en Barcelona porque se encontraba en la ciudad condal en esos momentos impartiendo unos cursos, y allí se ha decidido que permanezca dado que por sus anteriores afecciones de salud se trata de una de las personas considerada como de riesgo. «Está pasando estos días con su hija en el piso en el que ésta reside, ya que se encuentra cursando allí sus estudios universitarios, y desde allí cuelga en Internet pequeñas reflexiones y oraciones para acompañarnos en estas fechas tan extrañas», comenta la portavoz del templo.
Además de la guía espiritual de Drugyu Tempa, las alrededor de cuarenta personas que conforman la comunidad residente en Panillo y los muchos fieles budistas que tienen en este lamasterio su referencia religiosa cuentan también con las meditaciones guiadas que ofrecen a través de Internet los otros lamas residentes en este rincón de Ribagorza, en muchas de las cuales animan a los interesados a que aprovechen la ocasión para realizar pequeños retiros individuales que, como apunta Alcántara, son «una excelente oportunidad para mirar hacia dentro y conocernos mejor a nosotros mismos».
Esta crisis del coronavirus ha estallado pocas fechas después de la celebración del Año Nuevo Tibetano, en el que se conmemoró la llegada del 2147, el año del ratón macho de hierro o metal, que certificaba un cambio de ciclo de 12 años ya que la Rata es siempre el primer animal de este calendario. Según la astrología tibetana, la confluencia de la rata como animal totémico de este período con el factor macho y el metal propicia que el año en curso sea convulso, con nuevos retos que dejen atrás lo que ya no sirve, aunque posiblemente los astrólogos no imaginaban la enormidad de la convulsión que este 2147 ha traído a todo el mundo.

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