Aunque no deja de ser una anécdota, bien que triste e indeseada, el pequeño municipio de Laspaúles tiene el dudoso honor de ser el primero en Ribagorza donde se detectó el coronavirus. La pesadilla se confirmó el pasado día 16, después de que tres días antes varios de sus vecinos se sometieran a un test de la enfermedad tras saber que una residente ocasional que estuvo en el pueblo el anterior fin de semana participando muy activamente en la fiesta del Carnaval que se celebró por entonces se encontraba hospitalizada en Barcelona a causa de la epidemia.
Los resultados a estos test fueron concluyentes y determinaron que tres de las personas que se los hicieron, entre ellos la médica titular, habían dado positivo, con todo lo que ello implicaba. Ya por entonces no se descartaba, sino todo lo contrario, que el contagio estuviera mucho más extendido como el tiempo se ha encargado en confirmar.
Desde entonces, el temor acompaña la vida cotidiana de los escasamente ciento cincuenta residentes permanentes en la cabeza del municipio y en sus núcleos de Suils, Neril y Abella que han visto como, hasta ahora, nueve de sus convecinos están o han estado infectados con el coronavirus, que hay otros quince casos de enfermos con sus síntomas pero de los que no se puede confirmar que estén afectados ya que no se les ha podido realizar el test y que, como recuerda su alcalde, José Ignacio Espot, «hay una importante cantidad de personas con síntomas que, al no haber sido diagnosticadas, siguen saliendo de sus domicilios para realizar compras o alguna de las actividades permitidas, con el peligro de contagio que esto conlleva».
Una situación que se agrava por el hecho de que buena parte de estos residentes son mayores de sesenta y cinco años, formando parte de esa población de riesgo ante la pandemia, y que ha motivado que el consistorio demande al Gobierno de Aragón que realice de manera urgente las acciones necesarias para efectuar test rápidos del COVID-19 a la totalidad de la población del municipio de Laspaúles «con el fin de no propagar la enfermedad más allá de lo inevitable». La petición fue remitida el pasado lunes al ejecutivo autónomo vía registro electrónico y, ante la falta de respuesta, se reiteraba este jueves. Y, en palabras del alcalde, mientras la respuesta no llegue a Laspaúles, «así pensamos seguir solicitando hasta que contesten o hasta el fin de la crisis sanitaria».
Paralelamente, el Ayuntamiento fue pionero en la comarca en diseñar un programa de abastecimiento a los vecinos y de reparto a domicilio de productos básicos y medicamentos para evitarles salir de casa y multiplica estos días su programa de limpieza, desinfección y saneamiento de los espacios públicos. Y también abandera una política de concienciación sobre los riesgos de esta enfermedad que está atacando tan directamente a sus conciudadanos traducida, por ejemplo, en la publicación de bandos y notas que inciden en la necesidad de respetar las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
En su último bando, Ignacio Espot se dirige a sus vecinos conminándoles a que se queden en casa «por solidaridad con los demás, porque queremos que nuestro pueblo esté lo más pronto posible libre del COVID-19, porque es un trabajo de todos», demandándoselo especialmente a todas las perdonas que han estado en contacto con enfermos de Covid-19, confirmados con test o no, «por mínimo que haya sido el contacto» .
Pero el desarrollo de la crisis sanitaria también se ha traducido en una sensación de un cierto abandono por parte de las autoridades sanitarias a la hora de atender a los vecinos o, como hemos visto, a la de realizar los test para conocer el alcance real de la infección entre el vecindario. Ha habido episodios que han generado un profundo malestar en el municipio como el suceso en que se vieron involucrados un matrimonio y el hermano de él residentes en el núcleo de Abella que, afectados por el coronavirus, tuvieron que ser trasladados al hospital de Barbastro por uno de sus hijos ya que la ambulancia del 061 no hizo acto de presencia. «Estos días nos están dejando una gran sensación de desamparo, pero que quede claro que no estamos señalando a los sanitarios, pues somos conscientes de que se están dejando la piel y la vida, sino a la administración sanitaria y a la gestión de la crisis que, para con nosotros, está siendo muy deficiente», abunda el alcalde.
Sobre el origen de la infección, Espot no se muestra concluyente aunque reconoce que la luz de alarma se encendió al conocerse el positivo tras la celebración del Carnaval. «Pero el coronavirus podía estar aquí ya antes, por los tiempos de incubación, y es muy difícil determinarlo», apunta el alcalde recalcando que «no se puede ni se debe» estigmatizar a nadie como portador primero del coronavirus «porque no sabemos quién ha podido serlo y, aunque lo supiéramos con total certeza, nadie tiene la culpa de estar infectado».
