María Buil Gazol: Como pintora me encanta París, pero ahora he vuelto a mis raíces monegrinas

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María Buil Gazol con su hija Manuela, Hilario y Mari Carmen, otros vecinos de Los Monegros.
Por Lola Gª Casanova
Hasta el 25 de septiembre, la obra de María Buil junto a la Ignacio Fortún y Lina Villa, se puede contemplar en la exposición Flora y fauna del palacio de la Aljafería de Zaragoza. María Buil Gazol nació en Zaragoza. Pero sus raíces se hunden profundas y recias en la palpitante tierra de Los Monegros y allí ha vuelto para criar a su hija Manuela. A caballo entre París y Orillena, dejó una ciudad que en lo profesional le ofrecía “todo” para educar de un modo más vivo, más espontáneo, más cercano de la naturaleza. 

Ha cambiado París por Orillena.

He vivido en París siete años. Me casé, fui madre y me di cuenta de que criar un hijo en una gran urbe me resultaba tremendamente complicado. El modo de vida de la ciudad rechaza la espontaneidad de la infancia y la crianza sigue dictados intelectuales y marginan la emoción. No quería eso para Manuela. Mi padre nació en Castejón de Monegros y mi madre en Lanaja donde pasábamos las vacaciones. Así que he vuelto a mis raíces.

¿Qué ha dejado atrás?

París me encanta. Considero París, junto a Londres, las mejores ciudades para un pintor. Te lo dan todo, valoran tu profesión, te respetan, existe una gran amplitud de obra artística y social y todo el mundo va a ver exposiciones. Y cuando digo todo el mundo es todo el mundo, desde el catedrático al panadero. Eso da una impronta a la sociedad que en España no existe, y opino que, por desgracia, ni siquiera se aspira a ello.

Y, ¿qué ha ganado en Orillena?

A nivel espiritual muchísimo. Me encanta este contacto con la naturaleza. La libertad de la que disfruta mi hija, mi estudio en la propia casa. Me parece un lujo poder sentir la tierra, la lluvia… porque esa cercanía se está perdiendo en el mundo actual. Y desde Orillena me muevo donde mi obra lo necesite.

Usted sigue manteniendo vivo su vínculo afectivo y laboral con Francia. Un artista plástico en España, ¿debe salir al extranjero?

Yo en Aragón he tenido una carrera institucional, pero mi nombre lo he hecho fuera. Aquí me encuentro aislada, es decir, no me dedico a hacer relaciones. En París es diferente y, de hecho, todos los años expongo en la galería Les Singuliers. Y sí, creo que hay que salir porque el arte aquí ocupa poco espacio político, educativo, social y su mercado es exiguo.

¿En España el arte se considera poco relevante?

Comparando con los países de nuestro entorno, sin duda. Por ejemplo, muy pocos nos dedicamos a esto de manera profesional. Hay más pintores, ¡claro!, pero pluriempleados. La mayoría lo compaginan con otra actividad-como la enseñanza-que se convierte en su principal fuente de ingresos. Y en Aragón, mujer con hijos, estoy yo sola.

Pintora y madre, ¿y si le hablo de conciliación?

No existe. Busco el equilibrio entre mis anhelos de permanecer todo el día y a todas horas en el estudio y el tiempo para mi hija.

Pinta animales, verduras, pasteles…

Pinto lo que me emociona, lo que veo a mi alrededor. Veo una col y me produce emoción y quiero transmitirla. No quiero fotografiar la col sino la emoción que siento y que esa emoción llegue a quien vea el cuadro. Los artistas somos receptores de emociones, no fotógrafos. Por eso creo que pinto al óleo porque el aceite es algo orgánico, es materia viva. Yo necesito la emoción para pintar y me emociona lo que me rodea. Con la pintura pretendo sublimar el objeto, aprehender su belleza, intensificar su presencia. Es lo real enfatizado. Es lo que intenta el arte, alcanzar ese referente de belleza suprema que el hombre es capaz de imaginar.

Resultan cuadros muy sensoriales, pero ver vísceras… llama la atención quizá por ajeno a lo intelectual.

Estoy bastante cansada de lo intelectual, de los cuadros que hay que comprender, del artificio. En esta época postmodernista los artistas buscamos la honestidad y yo quiero dejar patente que lo que late bajo nuestra piel es víscera, emoción y eso está bien porque nos permite alcanzar, como humanos, grandes obras.

¿Cómo hay que ir a una exposición?

Cuando antes hablaba de que en España no hay hueco para el arte no me refería a estudiar más arte en los colegios. Para mí, el arte se aprende yendo a las exposiciones y haciéndose preguntas. Uno debe decirse: ¿Por qué me emociona esto? ¿por qué no? Hay que cuestionarse las cosas con honestidad e ir a las exposiciones.

María Buil, ¿qué ambiciona a nivel profesional?

Mi ego lo centro en mi obra porque mis referentes son altos. Aspiro a que la calidad de mis cuadros suba y se vean y ¡claro! a poder seguir pintando, cosa que no resulta fácil porque esta profesión es durísima y los artistas estamos totalmente fuera del sistema.

 

 

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