Olga Alastruey: «La educación es mi vida»

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Olga Alastruey

Olga Alastruey está metida en esto por vocación,  convencida de que su labor y sus decisiones ayudan al mantenimiento de la vida de nuestros pueblos.

Profesora, jefa de estudios, formadora de maestros, sindicalista… y ahora directora provincial de educación conoce todos los entresijos del sistema.

¿Qué es para ti la educación?

Mi vida. Llevo toda mi trayectoria profesional dedicada a ella y no como recurso del que no sabe qué hacer sino con vocación. No sabría hacer otra cosa que no estuviera relacionada con la educación.

Has estado en todos los planos del sistema educativo.

Comencé como interina en mis primeros tiempos, profesora de secundaria, he asumido responsabilidades de jefatura de estudios, de formación del profesorado. Después pasé al otro lado de la trinchera, como dijo, en la parte sindical y tras un breve paso por la política local, he aterrizado en la Dirección Provincial de Educación.

¿Con qué actitud te enfrentas a este reto?

Tengo una actitud que a veces puede incomodar a quienes trabajan cerca porque busco hacer las cosas de otra manera. Hay una frase que odio que es: “siempre se ha hecho así”. Si no tratamos de encontrar otros caminos, no resolveremos muchos problemas de los ciudadanos. Sé que no es fácil, pero hay que ser imaginativo para dar respuesta a las numerosas cuestiones que se plantean. Lo considero un reto, pero me gustan y si no me aburriría y sino fuera así ya me habría ido.

Hoy te hemos traído a una escuela rural, ¿en qué situación se encuentra?

Ha pasado una situación difícil en los últimos años. Ha nadie se le oculta que llevar servicios al mundo rurales resulta caro. Se trata de una inversión porque ni las carreteras son fáciles, ni el comedor, ni dotar convenientemente a una escuela pequeñita… entraña dificultades. Pero nosotros tenemos la obligación de dotar de esos servicios a los que eligen vivir en un pueblo y nosotros, con las políticas que se han llevado a cabo, hemos forzado a que algunos se mudaran a una localidad más grande. La apuesta está en retomar el compromiso con la escuela rural y hacerlo lo mejor posible.

Primer curso de nuevas políticas hacia la escuela rural. ¿Qué va a cambiar?

El curso pasado no lo diseñamos nosotros, nos lo encontramos bastante hecho. Se notará más este año. La primera medida que tomamos implica que los maestros interinos se incorporan ya el 1 de septiembre para hacer el trabajo previo del curso. De cara a este curso diseñamos un cupo (los profesores que trabajan en un centro y no pertenecen a plantilla) más ajustado a lo que requieren las escuelas. Es decir, antes había que llegar a trece unidades para disponer de un maestro y medio. Va a pasar a dos maestros.

También ha habido escuelas que el año anterior la administración daba por cerradas y nosotros las mantuvimos con cuatro alumnos y el interés de mantener esas escuelas hasta con tres chavales si el alcalde y las familias se muestran de acuerdo.

¿Qué sientes cuando entras en una escuela del mundo rural?

Me gusta muchísimo visitar las escuelas de la provincia con su arquitectura singular  y me llevo esa convivencia de saber que los padres o algunos de los maestros también tuvieron sus vivencias en esas aulas. Son edificios vividos, porque la escuela forma parte de la vida no un departamento estanco.

¿Con qué sueñas?

Si lo dijo en serio, con ser feliz, y todos tenemos que contribuir a que los demás sean felices y ahora, cada pequeña cosa, cada problema que resuelvo contribuye a esa felicidad.

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