Vicent Debiais. Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Poitiers e Ingeniero de investigación en el CNRS.

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Vincent Debiais en el claustro de la catedral de Roda (Foto: Angel Gayúbar)

«El claustro de la catedral de Roda conserva la mayor concentración de escritos epigráficos de la Edad Media».

El profesor francés Vicent Debiais, uno de los mayores expertos mundiales en epigrafía medieval, ha estado recientemente en Roda de Isábena para proseguir con sus investigaciones sobre el conjunto de epígrafes funerarios que, considera, hacen del claustro catedralicio rotense uno de los mejores escenarios para la investigación paleográfica de la época medieval. Al frente en esta última ocasión de un equipo de siete personas, este catedrático de la Universidad de Poitiers lleva ya cuatro años trabajando sobre unas inscripciones que conforman la que considera «la mayor concentración de escritos epigráficos de la Edad Media».
-Pregunta. ¿Cuál es el motivo de esta reciente estancia en Roda?.
-Respuesta. Es la pregunta que nos hacían estos días los visitantes del claustro de la catedral al vernos midiendo, dibujando y fotografiando las inscripciones y metiendo los datos en el ordenador. Estábamos recopilando los últimos datos que nos faltaban, especialmente sobre las que se encuentran en la zona que ha sido restaurada recientemente porque ahora tenemos el claustro absolutamente impoluto y limpio de las modificaciones antiguas y podemos acceder a un análisis detallado de las formas de las letras que se emplearon, de cómo se dispusieron las inscripciones alrededor del claustro o de los marcos que se emplearon para ponerlas de relieve, detalles que parecen muy anecdóticos pero que al final nos permitirán tener un conocimiento –espero- bastante profundo de esta documentación excepcional.
-P. ¿Qué es lo que hace tan particular a este conjunto paleográfico?.
-R. Para nosotros es un sitio absolutamente singular; casi no se puede comparar con nada de lo existente de la Edad Media en Europa por su número, el último recuento está en 219 inscripciones distintas y casi 4800 letras esculpidas, que hace que sea un conjunto único. Además, la suerte que tenemos en Roda es que estas inscripciones, aunque algunas hayan sufrido modificaciones puntuales, alteraciones o desplazamientos, las vemos en su jugo, tal y como fueron pensadas. A ello hay que añadir la calidad paleográfica en el uso de las letras, en el uso de los nexos, en los signos de puntuación o en el decorado de los marcos. Todo eso hace que tengamos delante de los ojos una demostración de lo que la Edad Media podía hacer cuando se trataba de poner de relieve nombres o fechas. Tanto por la calidad como por la cantidad, es un material que aporta una luz bastante excepcional sobre las prácticas de la escritura en la Edad Media.
-P. Usted ha comentado alguna vez que en el claustro de Roda el problema no es tanto la falta de información como su exceso.
-R. Sí, normalmente no estamos acostumbrados los que nos dedicamos a la epigrafía medieval a enfrentarnos a conjuntos tan grandes y tenemos una serie de dudas metodológicas acerca de cómo tratar tal cantidad de datos. Estas 4800 letras hay que tratarlas; hay que intentar hacer que nos digan algo de la práctica escrita, lo que es muy difícil porque no tenemos costumbre de manejar tantos datos. Esta paleografía lapidaria de Roda nos plantea muchas preguntas porque, lo queramos o no, detrás de estas 4800 letras hay 4800 gestos de escritura únicos, hay que trabajar con todos y cada uno de ellos y hay muchos factores novedosos que vamos descubriendo a medida que los vamos estudiando.
-P. Otro de los factores que singularizan este conjunto es que las inscripciones fueron realizadas in situ, en el emplazamiento que siguen ocupando en la actualidad.
-R. Ese es un dato que hemos podido estudiar bastante bien gracias a las recientes restauraciones. La impresión que teníamos desde el principio es que la parte epigráfica se había realizado sobre la parte estructural del claustro, que no se había hecho sobre lápidas que luego se habían traído aquí y colocado en el emplazamiento elegido. Lo que quiere decir esta constatación es que hay un vínculo muy importante entre la comunidad que vivía aquí y las personas que esculpieron estos textos, lo que nos abre una ventana sobre una vida intelectual, cultural, también pragmática, de este rincón de Ribagorza. El vínculo es tan evidente entre las piedras, los muertos mencionados en las piedras y las cuestiones formales que podemos decir que es un rostro más de Roda el que nos aparece a través de estas inscripciones.
-P. ¿Qué finalidad tiene un conjunto epigráfico de estas características?.
-R. La inmensa mayoría de la epigrafía medieval tiene que ver con la muerte de los personajes, recordando su memoria, dando la fecha de su muerte, dibujando un retrato moral de estas personas… Pero lo que es muy importante tener en cuenta en las inscripciones de Roda es que son obituarios; nos dan como primera información la fecha de la muerte de estos personajes, a veces indicándonos el año pero en la mayoría de las ocasiones sin indicarlo, lo que nos lleva a pensar que la conexión que tiene este conjunto epigráfico es con la liturgia conmemorativa, la de los difuntos. El problema que tenemos es que no nos queda clara la intención que tuvo la comunidad de Roda a la hora de plasmar estos nombres en la piedra y esa es una incógnita a la que vamos a intentar dar respuesta en el futuro. La hipótesis que formulamos es que este programa funerario que se fue plasmando y aumentado a lo largo de los siglos era parte de la construcción memorial e histórica de la comunidad.
-P. ¿Cuándo se realizaron estas inscripciones?.
-R. Su datación es otro de los asuntos sobre los que no hay certezas. Hay cierta coherencia formal entre todas las inscripciones y, aunque no se parezcan mucho y podamos deducir que la realización de este conjunto se ha desarrollado a lo largo de varios siglos, existe una relativa unidad estilística. Tenemos varias dudas sobre el por qué, sobre cómo interpretar la semejanza porque detrás de un parecido formal hay una gran cantidad de variaciones que tenemos que interpretar. Ahora mismo, nos planteamos datar las primeras inscripciones a principios del siglo XIII y pensamos que el período de incorporación de nuevas inscripciones se prolongó durante casi tres siglos. Pero también somos conscientes de que hay una voluntad de homogeneidad a lo largo del tiempo por lo que podemos hablar de un programa epigráfico.

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