Carrera zen sin desplazamiento

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La carrera es una de las prácticas motrices más sencillas y vigorosas que existen, pero es fundamental entrenarse de manera sostenible para obtener todos los grandes beneficios que reporta.

A los pocos minutos de iniciarse una carrera a pie se desencadenan en el organismo humano toda una serie de reacciones bioquímicas de gran trascendencia para la vida, es por esto que resulta muy importante que las personas se entrenen explorando con atención los sucesos sensitivos que aparecen en cascada cuando se corre si se realiza con una actitud zen, es decir, plenamente consciente.

Actualmente puede observarse de manera habitual a dos o tres personas correr por las calles, jardines y caminos charlando amistosamente, y si se realiza esta práctica motriz en solitario, también es frecuente observar que la persona que corre lleva puestos unos auriculares para oir la radio, música o seguir una conversación mediante el teléfono móvil.

A la vez que se practica la carrera con gran distracción exterior, y por ello, falta de atención al interior de sí mismo, abundan las personas que al correr llevan colocado en el brazo sofisticados aparatos para controlar el pulso, el número de zancadas dadas o el tiempo invertido para analizar a posteriori las consecuencias e intensidad de la ejercitación realizada. La tecnología al servicio de una información sofisticada y controlada con todo detalle, sin embargo este modo de proceder aleja cada vez más al practicante de la información más valiosa, la de sus propias sensaciones.

No resulta fácil en el mundo de hoy eludir tantas distracciones por eso es necesario llevar a cabo un entrenamiento sistemático para lograr correr mediante una actitud zen y hacerlo con naturalidad y sencillez. El método más accesible para conseguirlo consiste en la carrera estática o sin desplazamiento.

Tiene como gran ventaja que puede entrenarse en la propia casa a la hora que se estime conveniente durante el tiempo y la intensidad que sea mejor para cada practicante. Hay quién lo practica en el gimnasio sobre un tapiz rodante pero no es necesaria tanta sofistificación tecnológica. Lo más natural y sostenible es la carrera sobre el propio terreno en la misma casa, incluso en la misma habitación en donde se duerme, una vez esté bien ventilada.

La persona se prepara como si fuese a correr por la calle, por un jardín público o a participar en una carrera campo a través. Se viste y calza las zapatillas, libera las articulaciones, especialmente las que van a estar más comprometidas; tobillos, rodillas, coxofemoral; tonifica de manera general su musculatura y estira las cadenas musculares posteriores. Elige un lugar de la sala y fija su mirada en un punto determinado de la pared frente a sí, sea en una mancha, la esquina de un cuadro o cualquier otra referencia estática que esté ubicada a la altura de los ojos.

Antes de iniciar la carrera estática puede mirarse en un reloj, que no esté a la vista, la hora exacta y se empieza a correr del modo más natural y relajado posible.

Al correr, se intenta prestar atención a la planta de los pies con cada zancada, al modo de pisar y a las repercusiones sensitivas que se desencadenan desde los pies hasta la cabeza. Puede aumentar o disminuir la cadencia de sus zancadas como se sienta mejor, con soltura y vitalidad. Además de los pies conviene prestar atención a la respiración, procurando que sea confortable, equilibrada y fluida. En el momento que se empiece a percibir fatiga hay que bajar el ritmo y la intensidad de cada zancada. El mejor recurso para saberlo es silbar suavemente al correr, si se hace con dificultad es síntoma inequívoco de que se necesita bajar el ritmo.

Otro punto de la anatomía humana que conviene prestarle atención durante la carrera estática es la pelvis. Sentir el anillo pélvico y la articulación coxofemoral tratando en cada pisada de bascular la pelvis en retroversión, es decir, desplazando el pubis hacia adelante y arriba a la vez que se baja el sacro. También se presta atención a la parte alta del pecho, los hombros, el cuello y la cabeza, procurando evitar cualquier tipo de crispación en esta zona que es la directora y gestora de la carrera.

Los hombros completamente relajados en todo momento. Brazos, antebrazos y manos con el tono justo, el necesario para acompañar y acompasar las zancadas, procurando que no aparezca la crispación en el rostro, entreabriendo la boca, sonriendo y notando el maxiliar inferior suelto, sin tensión alguna.

No es necesario beber ni mascar nada, tan solo segregar saliva y tragarla cuando se estime conveniente. El cuerpo tiene de todo para realizar un esfuerzo continuado adaptado a las posibilidades de cada cual, sin forzar. Cuando se perciban los primeros síntomas de fatiga se para la carrera, haya durado un minuto, diez o treinta, permaneciendo unos minutos completamente inmóvil sintiendo la respiración y las sensaciones que ha desencadenado el esfuerzo realizado.

www.ejercicioybienestar.org

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