Lo reconoce el alcalde lascuarrino, José Luis Lloret, al recordar que «este año, con una temperatura primaveral y una altísima afluencia, la Fira batió un récord histórico de más de 400 personas que se quedaron a comer en grupos familiares, a escuchar la actuación musical programada y a jugar al bingo mientras degustaban los productos asados en las brasas de las hogueras».
Lloret constata así una realidad que sorprendió incluso a los organizadores, que no esperaban que esta feria –Fira- de San Martín llegara a ser tan multitudinaria este año en el que, más que nunca en las últimas décadas, el diáfano ferial que se extiende entre la iglesia parroquial y la cercana ermita románica del santo que da nombre al certamen se convirtiese el pasado sábado en un festivo ir y venir de gentes de toda la comarca ribagorzana y, significativamente, de otras muy variadas procedencias que se acercaron a Lascuarre para compartir una jornada plenamente festiva.
Convocada en honor al patrón de esta localidad del Valle del Isábena, tras un año de ausencia regresaba la que es una de las ferias más antiguas y queridas de cuantas se conservan en Ribagorza. Se recuperaba así una tradición cuyos orígenes se remontan al siglo XII y fue una recuperación por todo lo alto ya que desde primeras de la mañana se empezó a vivir un ambiente cargado de bullicio, jolgorio y aires de fiesta con un muy animado ferial en el que la presencia de centenares de personas fue la tónica de toda la jornada.
El mercadillo de artesanía y de productos de la zona, una simbólica muestra ganadera como un guiño a los orígenes de la feria o el tradicional Juego del Cacho y las grandes hogueras sobre las que se asan los almuerzos de carne a la brasa volvieron a estar presentes en esta feria que, adecuándose a las restricciones que todavía marca la situación pandémica, presentó algunas novedades sobre programas de años anteriores como la celebración de un concierto matutino en el propio ferial que sustituyó al tradicional baile en el local social o la oferta, también en el ferial, de unos muy animados juegos recreativos para gentes de todas las edades. «Pretendíamos congregar todas las actividades hasta primeras horas de la tarde y no moverlas del ferial, que es un espacio abierto y muy ventilado, para evitar meter a la gente en espacios cerrados y la apuesta nos salió bien y gustó a los asitentes», comenta Lloret.
El certamen se desarrolló desde las nueve hasta las cuatro de la tarde y su programa de completó con la exposición “Cerámica El Portalet” en la ermita de San Martín y con la celebración de un animado bingo con importantes premios.
