“Habiendo ya escuitado la situación que viven las 10 villas ribagorzanas, los vasallos que quisieren, dispongo a decir que vengan a esta su noble villa, acudan a su gran plaza y expresen sus pareceres”. Estas son las palabras con las que siempre comienza la Mojiganga, un espectáculo transgresor que se reinventa cada año donde la crítica y el humor son los pilares capitales. Bajo un espíritu libre y crítico, los reyes protagonistas de cada edición y su corte escuchan las quejas de sus vasallos todos los 13 de septiembre, en plenas fiestas patronales, en la plaza Mayor de Graus.
Los orígenes de la Mojiganga, un espectáculo único, se pierden en la historia. Los textos más antiguos que se conservan datan de principios del siglo XX, aunque hay constancia de que durante el siglo anterior también se realizaba, aunque con algunas interrupciones. Sin embargo, desde la dictadura de Primo de Rivera y hasta 1979, año en que se rescató de nuevo, estuvo prohibida su ejecución ya que salían a la palestra críticas y quejas que, aunque se interpretaban de manera cómica, no gustaban a todos por igual.
La Mojiganga en conjunto (guión, vestuario, decorados, actores…) la componen un total de entre 50 y 70 personas de todas las edades, un número que varía cada año por ser un acto voluntario. Como grupo, pertenecen a la comisión de cultura del Ayuntamiento de Graus, quienes les facilitan un presupuesto para trajes, sonido, atrezzo… y les pagan una cena conjunta pasada la actuación. La organización de la Mojiganga es muy asamblearia, aunque sí que hay veteranos que llevan un poco más la batuta y que controlan que todo esté en orden, nadie manda. El hecho de no constituirse como una asociación externa con cabezas visibles les ampara ante las amenazas de denuncias por algo que se ha dicho en la Mojiganga. De esta forma, si alguien quiere poner una querella debe hacerlo contra el Ayuntamiento. La otra forma de protestar es escribiendo una réplica para la siguiente edición de la Mojiganga.
Los textos que se interpretan en el escenario son enviados de manera anónima por todas aquellas personas que así lo deseen. Desde mediados de agosto hasta principios de septiembre es el plazo que se da a la gente para enviar los textos. Desde el año 2000 suelen recibir muchos textos. Por norma general no se dejan textos fuera, aunque a veces hay que hacerlo para que la Mojiganga no se alargue más de dos horas. No obstante, en caso de que algún texto se quedara fuera, se incluye igualmente en el llibré de la Mojiganga que se edita posteriormente. Los textos no representados son aquellos que no son mojigangueros, es decir, que no tienen un espíritu de crítica satírica o porque han llegado muy tarde. En la Mojiganga no hay censura, pero sí que se vetan aquellos textos que van con mala leche o maldad, que contienen insultos o que hacen referencia a la vida personal de alguno de los protagonistas. De igual manera puede darse el caso en que reciban dos o más textos sobre el mismo tema. En ese caso, se juntan y se cogen las mejores ideas y frases de cada uno de ellos, se fusionan. Desde la organización también se efectúa una lista con temas que han sido relevantes durante el año y que deben salir sí o sí. En caso de que con los textos anónimos no se cubran estas necesidades, realizan los textos ellos, pero son casos aislados.
Cada año la corte va en consonancia con la situación social y política del momento; en muchas ediciones están coordinados con los cabezudos para seguir una misma línea de actuación. Los reyes siempre son nacionales e internacionales, es decir, traen noticias de todo el mundo. Los actores que los encarnan han de ser espontáneos y desenvueltos, puesto que tienen que bailar y dar espectáculo, y no deben repetir, aunque ha habido alguna excepción. Las intervenciones de los reyes sí que se escriben desde dentro de la Mojiganga, de manera que sus intervenciones enlacen unas actuaciones con otras. Existe también la figura del ujier, un maestro de ceremonias o presentador que se encarga de llevar el hilo conductor del espectáculo y de dar cohesión entre una actuación y otra. El orden de salida de las actuaciones se estructura en función de la potencia de cada una de ellas, buscando un equilibrio general.
Dado que la Mojiganga se organiza en, prácticamente, 15 días frenéticos y sin descanso, solamente se pueden realizar dos ensayos generales los dos días anteriores al del espectáculo. Muchos actores no pueden acudir a alguno o a ninguno de los dos ensayos, lo que dota a la ‘Moji’, como la llaman cariñosamente sus componentes, de un carácter de improvisación muy especial. Normalmente las reuniones son cada noche en la Casa de la Cultura y están abiertas a todo aquel que quiera acudir y aportar ideas. Aunque, sin duda, la reunión mojiganguera más típica se da la misma tarde del día 14 de septiembre en la plaza Mayor de Graus, bautizada como “El café de la tarde la Moji”. Los decorados se fabrican en el edificio de Sindicatos, hay un grupo de gente que, conjuntamente con el equipo de guión, se encargan de diseñar el escenario. Incluso hay maquetas con todos los elementos, de manera que se pueden ir moviendo fácilmente. Por último, acude el técnico de luces para terminar de completar la distribución de focos y luces.
Desde la organización mantienen que no se podría preparar todo con más tiempo porque no sería el mismo subidón de adrenalina para todos aquellos que trabajan para la creación de la ‘Moji’. Antiguamente se daba más importancia al texto que al decorado, pero desde hace más de una década se busca consolidar un espectáculo en todos los sentidos: vestuario cada vez más completo, maquillaje más elaborado, decorados muy trabajados, músicas concretas pregrabadas con músicos locales para cada una de las representaciones, etc.
Las nuevas generaciones están involucrándose cada vez más en la Mojiganga. Muchos de ellos empiezan siendo cabezudos y emigran a la Mojiganga. Los adolescentes menores de veinte años suelen ser más tímidos a la hora de interpretar, pero una vez que lo prueban se quedan. Otros se unen al grupo mojiganguero porque tienen algún tipo de conexión con otras personas que ya están dentro del grupo. Hay gente instalada en Graus que no tenía ningún vínculo anterior con la villa que colabora en el montaje y decoración. Cuentan, por ejemplo, que un año se vistieron de corte y subieron al escenario unos alemanes, familiares de un grausino, que ni siquiera entendían el castellano o que ha ido gente a actuar y ayudar a la que nadie conocía, que venían porque habían oído hablar de la Mojiganga y querían formar parte. Todos ellos son bienvenidos.
Por todo esto, la Mojiganga es uno de los actos tradicionales más esperados dentro de la programación de las fiestas patronales de Graus. Un espectáculo que los grausinos sienten como propio, ya que es una representación única, y que arrastra a numeroso público a su admirada plaza Mayor, tanto local como de las localidades vecinas, ya que toda la redorada conoce los temas que allí se dramatizan. (Fotos
Juan Álvarez)