Los alumnos y alumnas de tercero de E.I. del colegio San Vicente de Paúl de Barbastro, disfrutaron de una experiencia fantástica, acompañados por la estimable ayuda de Pilar, monitora del centro , Lola, profesora que está disfrutando de su pre-jubilación, la superiora del centro Sor Rosser, y su tutora Ana Belén vivieron una jornada de convivencia, pasando una noche en el centro escolar.
El objetivo era pasar una noche con los compañeros fuera de casa sin sus papás, fomentando la interacción y participación del grupo-clase, en un clima de respeto y trabajo en equipo, promoviendo la autonomía y actividades cooperativas en un ambiente educativo muy lúdico.
Realizaron un completo programa de actividades con talleres diversos, que les permitieron reconocer las diferentes plantas que crecen en el recinto escolar para después elaborar unos murales de lo que habían aprendido.
La convivencia comenzó a las cinco de la tarde cuando el conjunto de compañeros de otros cursos se habían marchado a sus casas, y el cole estaba a nuestra entera disposición. Cogimos las mochilas y sacos de dormir y nos dirigimos a la clase de psicomotricidad, extendimos nuestros sacos y lo dejamos todo muy ordenado para pasar nuestra primera noche en el cole.
Al terminar, Sor Rosser nos había preparado un taller de clasificación de hojas: los niños distribuidos por grupos, trabajaron en la elaboración de murales sobre las distintas plantas observadas y recogidas que titularon con sus nombres.
Llegó la hora de cenar y nos dirigimos al comedor donde pudimos degustar una cena riquísima que nos había preparado Sor Rosser, con la ayuda de Lola. Tras una velada de juegos, tuvimos la visita de Javier, el profesor de ciencias de la E.S.O, y papá de nuestra compañera Diana, que nos trajo un telescopio y nos enseñó cómo observar las estrellas.
Fue una noche divertidísima, este año con la novedad de un baile de disfraces donde hubo muchas risas, baile con una música muy divertida… y a las doce aproximadamente el último peque se quedó profundamente dormido. A las ocho de la mañana ya había algún peque despierto que se encargó de despertar al resto de sus compañeros. Aseo, desayuno consistente y delicioso, regresamos a nuestra aula para disfrutar de un taller de plástica donde hicimos un marca páginas con nuestro nombre, y un conejito muy divertido. A continuación un pequeño paréntesis para reponer fuerzas. Por último llegó el momento de recoger la habitación y preparar nuestras mochilas que dejamos en nuestra clase. Y nos dirigimos al restaurante “Cinco estrellas” donde Sor Rosser nos había preparado una comida cuyos comensales quedaron muy satisfechos.
Como recuerdo nos regalaron unas camisetas que llevaban la foto de todos nuestros compañeros de clase, fue el broche final a una convivencia muy especial que no vamos a olvidar.