Una fiesta que es alma, orgullo y homenaje
Cada primavera, cuando abril alcanza su esplendor, Fraga se transforma en un gran escenario donde el pasado cobra vida a través de sus calles, sus gentes y su tradición más emblemática: el Día de la Faldeta. Esta festividad, que se celebra el domingo más próximo al 23 de abril —este año, el domingo 27—, es mucho más que una recreación histórica. Es un acto de amor colectivo hacia las raíces, hacia la mujer fragatina y hacia una forma de vivir que resiste al paso del tiempo gracias a la memoria, el respeto y la emoción compartida.
Desde su origen en 1977, el Día de la Faldeta se ha consolidado como una Fiesta de Interés Turístico Nacional, nacida como homenaje a las últimas mujeres que aún vestían con las sayas, los jubones y los mantones, les Dones de Faldetes. Aquel gesto, que entonces parecía íntimo y testimonial, hoy se ha convertido en una de las citas más esperadas del calendario cultural aragonés, con una participación que ronda las 600 personas ataviadas con el traje tradicional.
Siete faldas
La celebración gira en torno a la exaltación del traje típico fragatino, un atuendo que sorprende por su belleza y riqueza: siete faldas superpuestas, corsé, jubón, mantilla, peinados característicos como la rosca y el picaport, y complementos como mantones de manila, abanicos, rosarios, orfebrería y medias. Todo un espectáculo visual y emocional que inunda la ciudad de color, textura y simbolismo.
Antiguamente, este traje era utilizado en el día a día, aunque con predominio del color negro en su versión cotidiana. Hoy, su uso durante el Día de la Faldeta se convierte en una afirmación de identidad, un acto de resistencia cultural y un homenaje a generaciones de mujeres que hicieron de esta indumentaria su bandera.
La boda fragatina, columna vertebral de la fiesta
Uno de los momentos más emblemáticos es la recreación y teatralización de una boda fragatina, siguiendo fielmente los usos y costumbres de la época. Esta ceremonia simbólica se convierte en el hilo conductor de una jornada en la que tradición, emoción y comunidad caminan de la mano.
Durante las semanas previas y posteriores al evento, la ciudad acoge actividades etnológicas, costumbristas y festivas que complementan la programación y refuerzan el espíritu colectivo de la festividad.
La Fragatina: escultura de una memoria compartida
En pleno corazón de Fraga, hay una figura que observa el ir y venir de sus gentes desde hace más de cuatro décadas: La Fragatina, nombre popular del Monumento a la Dona de Faldetes. Esta escultura de 240 cm de altura, obra del ceramista fragatino José Arellano, fue inaugurada el 23 de abril de 1982, coincidiendo con la celebración del Día de la Faldeta.
Realizada en bronce, representa a una mujer fragatina con el traje típico, los brazos en jarra y un cántaro sobre la cabeza. Majestuosa y serena, ha sido testigo del paso de generaciones: ha visto desfiles, fiestas, abrazos, despedidas, veranos ardientes y hasta nevadas inusuales. Rodeada del blanco y naranja de las Fiestas del Pilar, ha resistido con estoicismo el devenir de una ciudad que la mira con cariño y respeto.
“La Fragatina” no es solo una escultura: es símbolo, es recuerdo, es espejo de las jaies, filles y netes que la visitan cada año para recordarse en ella. Y en cada Día de la Faldeta, vuelve a renacer en la mirada orgullosa de quienes, al vestir las siete faldas, siguen diciendo: «Aquí estamos. Y aquí seguimos».