Por Lola García Casanova
José Ángel Viñuales comenzó curioseando en los archivos sobre su árbol genealógico. De eso hace más de 20 años y no ha parado. Su pasión por su localidad, Tardienta y su amor por la Historia le han llevado a pasar horas y horas escudriñando, mirando, buscando por los archivos. Escribir le cuesta, pero consciente de que el saber de debe compartir, lo hace a través de sus artículos. Hablamos con él con motivo del homenaje a Pablo Santolaria 

El maestro Pablo Santolaria ha vuelto a recibir un homenaje de Tardienta.

Creo que ha sido una decisión acertada porque muchos de los jóvenes de ahora ya no saben ni quién era, ni qué significó para la localidad. Esa edad de oro de Tardienta, que destrozó la Guerra Civil se debe, en parte, al trabajo de Santolaria que hizo de Tardienta el primer pueblo aragonés sin analfabetos. Yo viví en su calle y mis abuelos me hablaban de él y decían “vino a desasnarnos”.

Docente, liberal, investigador ¿hay algo curioso en la biografía de Pablo Santolaria?

Como buen liberal instauró la fiesta del 5 de marzo. Yo, cuando era pequeño, preguntaba las razones de que en Tardienta se celebrara esa fecha y el motivo me lo dio don Pablo. Su padre fue un héroe en los Sitios de Zaragoza, y el 5 de marzo, él comenzó a celebrarlo con una excursión didácticas con sus alumnos. Luego pasó a ser la fiesta de los hombres que, en la actualidad, ya no se conserva.

Además,  creo que Pablo Santolaria nos puede dar todavía muchas sorpresas como fotógrafo porque utilizó el daguerrotipo, esto lo sabremos cuando se investigue esa faceta suya y se publique su obra. Sospecho que nos encontraremos con alguien del nivel de Compairé o Briet, los grandes fotógrafos históricos de la provincia.

Usted es historiador local, ¿cómo se llega a ese reconocimiento?

Uno se lo gana. Yo comencé hace más de 20 años a investigar mi árbol genealógico. Me apasionan la historia y los archivos y mi mujer, filóloga, me ayuda y me alienta en mi afición. La primera vez que llegas a un archivo no entiendes nada, porque yo soy ferroviario de profesión. El archivo parece un puzzle: escrituras, capitulaciones, actas notariales… y vas buscando, escribiendo fichas, tirando del hilo y una cosa te lleva a otra.

¿La historia más curiosa con la que se haya topado?

La del capitán Juan Callén, que en el s. XVI fue a lo que ahora conocemos como Venezuela y Colombia. En su expedición viajaban de 25 a 30 altoaragoneses. Le tengo especial cariño a este personaje porque nunca pensé que investigando la historia de un hijo de Tardienta acabaría en el Archivo de Indias.

Y José Mallén Alayeto, protagonista de dos cuadros de Goya titulados «Fábrica de balas en la Sierra de Tardienta» y «Fábrica de pólvora en la Sierra de Tardienta». De él  descubrí y  publique su biografía en uno de los artículos para las fiestas de San Lorenzo. Como ve hay mucho por investigar, puesto que yo, que soy un aficionado descubro muchas cosas interesantes, cuanto más los licenciados.

Cuando tiene vacaciones, ¿se va de archivos?

No todo el tiempo… pero sí procuro dedicarle unos días. A parte de los archivos de Huesca (Provincial, Obispado, Catedral…) me parecen muy interesante el de la Administración del Estado en Alcalá o el militar de la Guerra Civil en Ávila.

Internet ayuda, aún así, ¿hay que ir al archivo?

Desde luego. Me sorprende comprobar cómo con tanta gente que estudia los archivos están vacíos. Creo que el historiador ha de echar codos y estar sentado horas y horas. Se tira de bibliografía y creo que si no se va a la fuente, al final uno acaba repitiendo lo que otros opinaron antes que tú. Me parece imprescindible ir al archivo. Es más, hay todavía muchísimo por descubrir. Por ejemplo, en el archivo de la Administración se guardan miles de fotografías históricas de Aragón, te sacan sobre enteros y ¡ala! a buscar.

¿Qué aporta la Historia?

Saber de dónde venimos y a dónde vamos. Sé que ahora la gente está a otra cosa y que para muchos es un rollo. La Historia no se valora pero nos enseña el futuro y nos enseña la verdad… pero ahora estamos escuchando la televisión y otras muchas cosas que, realmente, no nos interesan.

Además, le gusta conversar con los mayores.

Otra fuente de sabiduría y de memoria. Cuando  fallece una persona mayor se muere una biblioteca y todo el saber que él conoce, es insustituible. A los mayores hay que escucharles.

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