Todos los agentes sociales y económicos, todas las personas, están en este momento replanteando como va a ser la nueva normalidad, como reconstruir las estructuras, como hacer que la gente vuelva a confiar en los comercios.
Los más valientes han abierto sus puertas y los otros también valientes han empezado a intentar llevar una vida lo más normal posible.
Nada va ser como antes. Igual que nunca nos bañamos en el mismo río, nunca la vida es igual, es evolución y a ello contribuimos todos los seres humanos con nuestra actitud y con nuestro día a día.
“Lo que más echaré de menos en la nueva normalidad de mi pueblo es la muerte del porrón”.
Pero ¿Qué es la nueva normalidad?¿Qué papel vamos a jugar los de pueblo?¿Seguirá siendo el mundo global o pasará a ser particular como el patio de mi casa.
Simplemente, la nueva sociedad es lo que va a quedar de la sociedad que vivíamos hasta el pasado 14 de marzo a la que habrá que añadir los nuevos condicionantes que han aparecido en el horizonte.
Es como poner el contador a cero en algunos aspectos, porque la nueva normalidad, como la propia vida, la tenemos que construir cada uno de nosotros, con nuestros valores, con nuestra gran o pequeña capacidad de imaginar.
Por eso, los de pueblo, también queremos construir nuestra nueva normalidad. Manteniendo todo aquello que formaba parte de nuestra esencia natural. Echaremos de menos algunas cosas que se nos irán fruto de la pandemia, como el porrón. Alma mater de las fiestas y de las rondas donde la jota y las madalenas acompañaban su baile distribuyendo cerveza con gaseosa, algún rancio o incluso el vino del año del vecino de la calle mayor.