La carrera de Love Of Lesbian continúa sin límites. Después de triunfar en festivales de todo el país y Latinoamérica, ayer se estrenaron en uno de los pocos en los que no habían actuado, Pirineos Sur. La noche más indie, en la que también actuó Conociendo Rusia, recibió a casi 4.000 espectadores para cantar a pleno pulmón los himnos de la banda catalana y descubrir a uno de los grupos con más proyección del momento en Argentina.
Ya son más de 20 años los que lleva Love Of Lesbian en los escenarios. Desde que publicaron “Maniobras de escapismo” (su tercer trabajo pero primero en castellano) su carrera no ha parado de crecer, alcanzando al gran público con el aplaudido “1999 o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna”. Fueron parte de la gran explosión indie y sus canciones, muy generacionales, con letras muy trabajadas, han calado a fondo en varias generaciones y en público de todo tipo. Y es precisamente el ambiente que se respiró en su celebrado concierto de Pirineos Sur de ayer.
“Viaje épico hacia la nada”, su último trabajo, fue lanzado hace ya dos años pero sigue siendo la columna vertebral de sus conciertos. El propio tema titular, primero en sonar anoche, marca el tono de la hora y media de su actuación: canciones pop cargadas de magia, con un sonido que se mueve entre la epicidad y la intimidad. Aunque dejen de lado algunas de las canciones más gamberras de su primera época, Santi Balmes, magnífico de voz como es habitual, siempre es un frontman cargado de humor, ironía y mucho sarcasmo; uno de los que mejor han sabido conectar con la cabeza y corazón de por lo menos un par de generaciones.
“Nadie por las calles”, “Noches reversibles” y “Segundo asalto” sonaron tan excitantes como siempre, pero con mucha más potencia, con una certera batería de Oriol Bonet secundada por el efectivo bajo de Ricky Faulkner. “El mundo”, previo speech a favor de la cultura plural, resultó uno de los momentos más íntimos del recital. Pero tocadas casi de tirón “Belice” (coreada hasta romper gargantas) “IMT”, “Algunas plantas” y la inevitable y esperada “Club de fans de John Boy” provocaron la felicidad absoluta a las más de 4.000 personas entregadas que estaban en el Anfiteatro.
Tras los bises regresaron con “1999” para a continuación revolucionar Lanuza con “Invencibles” y después bajar las revoluciones y acabar con el público con los brazos en alto con “Allí donde solíamos gritar”. Otra plaza conquistada.
Conociendo a Rusia ya poseen una importante base de fans en su país, Argentina, y últimamente han ganado notoriedad en España gracias a su colaboración con Leiva. Así no resultó extraño ver en primeras filas al borde del pantano a docenas de personas entonando algunas de sus primeras canciones (“Tu encanto”, “Puede ser”, “Otra oportunidad”). Se mueven de manera muy solvente con los sonidos heredados de bandas de su país, como Babasónicos, y otros ilustres argentinos que cruzaron el charco, Los Rodriguez o Calamaro.
Muy cómodos en los medios tiempos, con estribillos agradables y coreables, desarrollaron un setlist sin sorpresas pero sin altibajos en el que sobresalieron “Jaula de oro” (la colaboración con Leiva), “Cosas para decirte” (con un fantástico solo de guitarra) y “30 años”. Subieron las revoluciones en la recta final, con “Loco en el desierto” y “Quiero que me llames”, con las que dejaron a buena parte del público con ganas de volver a verles. Su gira nacional finalizó ayer, pero tendrán su momento.
Guitarricadelafuente y Xavier Rudd deslumbran ante un Pirineos Sur entregado
Y la guitarra fue la protagonista. Lo fue por partida doble y por todo lo alto: con los conciertos de Guitarricadelafuente y Xavier Rudd, con un lleno absoluto anunciado desde hace unos días. El primero, renovando con electrónica y nuevos hallazgos sonoros de la tradición española; y el segundo, profundizando en ese folk íntimo y bello, marca de la casa. El resultado fue una noche especial, refrescante, disfrutable no solo para los fanáticos de los sonidos de las seis cuerdas, sino para todo los públicos, como demostraron las calurosas ovaciones que recibieron ambos artistas.
Guitarricadelafuente estaba destinado a actuar en Pirineos Sur. Pero quién se lo iba imaginar hace tan solo cinco años, cuando mostraba por Instagram sus primero pasos como músico. “Guantamanera” y “Quien encendió” (ambas aplaudidísimas en Lanuza), su paso por las manos de Raúl Refree, y el resto es historia. Fue un concierto especial, el último en “mucho tiempo en Aragón”, como aseguró el propio Álvaro Lafuente.
“Amanita”, “Ya mi mamá” y “Redondo” fueron las elegidas para comenzar la noche, con un sonido más clásico dentro de lo que es la canción española. “Con flor de caramelo” fue el primero de los momentos elegidos para mostrarse sin banda, solo con su guitarra en el escenario; igual de efectivo y más emocional. “Rebozo” y “Continicio” introdujeron ritmos más modernos y electrónica. Funcionan realmente bien, marcando una diferencia con quienes le pretendan discutir el trono.
“ABC” y “Las alturas” resultaron igual de intensas como coreadas y dieron paso a “Antes de que quieras olvidar”, “Agua y mezcal” (con su arrebatador ritmo reggaeton) y “Quién incendió”, que resultaron algunos de los temas más rompedores e interesantes. Su versión de “A mi manera” resultó placentera y refrescante pero el artista castellonense volvió a elevarse sobre las aguas con una fantástica “A carta cabal” (con ese regusto a Bon Iver).
“Sixtinain” y la esperada “Guantanemaera” cerraron un show para el recuerdo. Era el momento de Guitarricadelafuente en Pirineos Sur y cumplió sobremanera. Y para finalizar, por los altavoces, una jotica, para reivindicar sus orígenes aragoneses.
Y quizá Xavier Rudd era otra figura pendiente de actuar en Pirineos Sur. Sus sonidos cálidos, tan clásicos como renovadores de la vieja tradición del blues, su incuestionable “buen rollo” y su firme compromiso con el ecologismo y las minorías étnicas hacen del australiano un guitarrista perfecto para una noche para el recuerdo en el pantano de Lanuza. Y lo fue. No necesitó más que su gran pericia instrumental y vocal y una buena colección de canciones -y dos colaboraciones puntuales de acompañamiento vocal- para ser despedido con sentido cariño por parte del público.
Se plantó en medio del escenario flotante con su guitarra, pero bien cargado de percusiones, vientos; y recurriendo a loops y programaciones armó cada una de las canciones de su show. Con un simple rasgar de su guitarra en el arranque de “Full circle” ya recibió las primeras ovaciones. Porque había muchas ganas de ver al australiano en un lugar como Pirineos Sur. Sorprendiendo con mil trucos se movió cómodamente tanto en su faceta más folk (con un timbre que recuerda a Paul Simon pero también a Eddie Vedder), electrónica, tribal o reggae. Manejando muy bien el ritmo interno del concierto, supo alternar sus temas íntimos con los trepidantes. “Culture bleeding”, “Stormboy” o “Magic” convivieron a la perfección y la catarsis colectiva llegó con “Spirit bird” y “Follow the sun”, coreadas al unísono por la casi 5.000 personas que abarrotaron el Anfiteatro.