Pilar Güerri y José Borrachero llevaban un tiempo dándole vueltas a cómo innovar en su pastelería “la gente espera novedades y también teníamos que refrescar el negocio. Pero además y sobre todo-matiza Pilar- lo hemos hecho por nosotros mismos, por un reto personal. De hecho, José ya hablaba hace unos años de elaborar helados”. Pero no a cualquier precio. “Teníamos que hacerlo bien desde el principio, llevamos 42 años trabajando. No sirve ofrecer un producto mediocre y mejorarlo después. Eso equivale a fracaso”.
Y sin dejar de atender el buque insignia de esta empresa barbastrense, Pastelerías Güerri, José se ha desplazando, a temporadas, para aprender un nuevo oficio: heladero “dejando a Pilar sola con todo esto”. Sus pilares: la calidad de materia prima, el entusiasmo por productos de la tierra y la exclusión de colorantes, preparados químicos y grasas hidrogenadas. “Nuestro producto, natural. La gente se muestra muy concienciada con la alimentación y la salud y queremos dar respuesta a esa inquietud”. El éxito de la acogida de Artelado manifiesta que su corazonada de que había hueco para el helado de calidad vendido al consumidor final era acertado. Por ahora ofrecen una carta de helados clásica pero hay hueco para el atrevimiento: “es todo lo que quiera uno complicarse-incide José-pero hay que tener en cuenta a tu público y que las modas son brevísimas. Puedes hacer helado de todo: panettone, marrón glacè, tomate rosa… Ahora los sabores tropicales los piden más los sudamericanos. De hecho, nos gustaría probar más cosas pero el tiempo es limitado”.
Al final dieron con el helado soñado: “natural, textura muy suave y con poca sensación de frío en el paladar”. Una inversión también de tiempo, esfuerzo personal y dedicación que ha dado sus frutos. De cara al invierno, esperan ofrecer semifríos y otras presentaciones y ¡por qué no! que se siga tomando también helado como en otros muchos países. Y es que en EE.UU. el estado que más helados consume es Alaska.
