COLABORACIÓN || Elena Chazal
En estos tiempos convulsos y, en ocasiones, traicioneros, quería aprovechar para hablar de algo básico que a veces en el tráfago diario se nos olvida: la importancia de la comprensión, del amor por otras personas. No siempre estamos dispuestos a pensar en los demás, y ya no solo en nuestros amigos o familiares más directos, sino en la gente en general con la que tenemos trato. Se nos pasa por alto que amar, empatizar, comprender, es algo que no solo va bien para la persona a la que va dirigido ese amor o comprensión sino también es muy recomendable para la salud propia, tanto para el bienestar físico como emocional. Es un sentimiento de ida y vuelta, de forma que cuando utilizamos nuestra capacidad para amar al otro, nos estamos haciendo un favor a nosotros mismos porque eso nos hace sentir bien a nosotros y de paso, hacemos una buena obra con otra persona.
Algunos pensarán en el tema religioso, yo no estoy pensando en él. No hace falta ser religioso para ser comprensivo o amable, ya lo sabemos de sobra, sino que lo que hace falta es tener empatía, ponerse en el lugar del otro e intentar ver sus razones para actuar. Creo que, por desgracia, es un tema que hace mucha falta tener en cuenta en la sociedad actual, máxime cuando cada día nos machacan en el telediario con los problemas del mundo y con los no tan lejanos de nuestro país. A muchos políticos y periodistas les haría bien tener en cuenta estos razonamientos que parecen tan difíciles de aplicar, todo sería una poco más amable, menos tenso y favorecería la convivencia, tan enrarecida en nuestro país. Eso tiene mucho que ver con la tolerancia del otro.
A muchos nos gustaría que primara la cordura y que no hiciéramos siempre hincapié en lo malo del otro, sino todo lo contrario, porque todos tenemos un lado bueno, en nuestras personalidades complejas.