Esther Naval, una fotógrafa ribagorzana comprometida.

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Por Ángel Gayúbar.
(Fotografía: Tamara Marbán Gil)

La desesperanzada situación de los refugiados saharauis más vulnerables, los niños con discapacidad, es el tema que aborda la impactante exposición “Invisibles al cuadrado” que, tras su paso por distintas localidades aragonesas, puede contemplarse en la Sala Cambio de Sentido de Fundación ONCE, en Madrid. La fotógrafa ribagorzana Esther Naval es la autora de las imágenes de esta exposición, resultado de un viaje a los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf, Argelia, de miembros de la Asociación ALOUDA de Amigos del Pueblo Saharaui del Alto Aragón.

-¿Cómo surgió este proyecto?
-Un poco por casualidad. Después de coincidir con María José Sánchez, una colaboradora ribagorzana de ALOUDA, conocí esta iniciativa que buscaba captar el día a día de la vida de los campamentos, la organización de la sociedad, las escuelas y centros de educación especial, los proyectos de cooperación que lleva a cabo la Asociación… desde el respeto y el cariño de las personas. La Asociación estaba buscando un fotógrafo, yo tenía la idea de implicarme activamente en una causa humanitaria, María José me hizo la propuesta, tuvimos una reunión con los responsables saharauis y nos embarcamos en el proyecto.
-¿Cuál era el objetivo último?
-Lo que pretendimos desde un primer momento fue dar a conocer en España un conflicto que ahora es totalmente invisible para la gran mayoría de nuestros conciudadanos, y hacerlo a través de casos personales aún más invisibles; los de las personas refugiadas que padecen diversas discapacidades.
-¿Cómo viviste la experiencia?
-Hay una sentencia que recuerda que nunca vuelves igual que cuando partiste. Y este viaje, en concreto, me hizo chocar con una realidad durísima que n os empeñamos en “invisibilizar” y en la que los españoles tenemos una más que evidente responsabilidad. Una vez allí, a mí me causó una especial impresión constatar que los refugiados viven en un territorio absolutamente hostil en el que la definición de desierto cobra su más pleno sentido y en medio de unos inmensos parajes vacíos. No hay absolutamente nada y en esa nada que se ha convertido en una desolada prisión están obligados a permanecer los saharauis del Tindouf. Y en esta nada, en ese limbo irreal fuera de cualquier foco que los convierte en invisibles, es especialmente dura la marginación que sufren las personas con discapacidad que son por ello doblemente invisibles.
-¿Por qué la apuesta por reflejar esta doble invisibilidad de los discapacitados?
-Era una de las líneas posibles de trabajo que nos habíamos planteado antes de salir hacia los campos. En la primera semana de nuestra estancia estuvimos observando y empapándonos de las vivencias de nuestros anfitriones y ya en la segunda nos dedicamos a elaborar ese reportaje que, en buena medida, está protagonizado por niños y adolescentes con distintas discapacidades. Por sus características, por su situación personal, su imagen puede ayudar a remover las conciencias de los espectadores de la exposición pero es que, además, ellos son perfectos candidatos a poder venir a nuestro a país para disfrutar del programa “Vacaciones en paz” y su protagonismo era una manera de darles visibilidad, de hacerles presentes, de ponerles cara y nombre.
-¿Cómo enfocaste el trabajo?
-Después de hacer muchas fotos en el terreno, de mirar mucho a través de la cámara, al regreso de tierras saharauis llegó el trabajo de selección para intentar dar una coherencia al mensaje que pretendíamos ofrecer. Tras darle muchas vueltas y reafirmarnos en el protagonismo de las personas –y en especial los niños y los jóvenes- con discapacidad procuramos que los retratos que componen la muestra fueran singulares por las miradas, los gestos o las actitudes de los retratados para completar un conjunto de 28 cuadros que estructuran el mensaje de la exposición. Paralelamente, realizamos un trabajo de documentación de la situación para ilustrar diez roll-ups de gran tamaño que recopilan información sobre el Sáhara Occidental acerca de su historia, su sociedad o el conflicto con Marruecos y para documentar fotográficamente el libro –también titulado “Invisibles al cuadrado” que ha escrito Gonzalo Moure.
-¿Somos conscientes de la situación que viven los refugiados saharauis?
-Pienso que no. Y, además, desgraciadamente hay tantos refugiados hoy en día que su drama concreto ha pasado a un plano muy remoto para la opinión pública. Con la gente muriéndose en los mares y ante algunos de los más abyectos comportamientos del ser humano con las personas desplazadas que estamos viviendo día a día, las consecuencias del conflicto saharaui han quedado totalmente arrinconadas favoreciendo de paso la escasa voluntad a todos los niveles de hacer visible este problema.

La exposición, de gran belleza plástica y fuerte carga simbólica, permanecerá en Madrid hasta el 1 de septiembre y posteriormente irá a Navarra, Zaragoza y Barcelona.

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