La hipnótica interpretación de la tradicional Chinchana puso este miércoles el punto y final a las fiestas de Campo. Una Chinchana que es el elemento más característico de estos festejos y cuya llegada siempre deja un regusto agridulce a las gentes de la localidad aunque este año se vivió de una manera diferente ya que –en lo que fue una de las grandes novedades en el programa festivo- había sido interpretada previamente, y disfrutada enormemente, en la tarde-noche de la jornada anterior.
Aún así, como viene ocurriendo desde tiempo inmemorial, al acabar el último baile de las fiestas la orquesta comenzó a interpretar la característica melodía de esta Chinchana que se repite continuamente, alternando el ritmo rápido y el lento mientras en la abarrotada pista de baile todo el pueblo sigue frenético las evoluciones de la música.
Y como el final de la Chinchana supone el final de la fiesta y nadie quiere darla por finalizada, las evoluciones de los danzantes se alargan hasta el agotamiento mientras van coreando los estribillos de esta peculiar tonada.
Un año más, la Chinchana puso el broche de honor a estos festejos convocados en honor a la Asunción de la Virgen que arrancaron ya el pasado día 12 con un programa amplio y variado en el que ha habido actividades para gentes de todas las edades.
Manteniendo su gran poder de convocatoria, las fiestas de Campo han sido este año un incesante ir y venir de gentes de toda la comarca deseando compartir las jornadas festivas con los residentes en una localidad que en el mes de agosto cuadruplica su población habitual.
Por ello no es de extrañar la masiva respuesta a las propuestas lúdicas, deportivas, recreativas y culturales que se han venido sucediendo desde el sábado y que tuvieron como momentos más concurridos los actos celebrados en honor a la patrona, la singular romería a la ermita de San Bllascut –que vela por quienes sufren mal de oído- y la colorista Pllega con sus comparsas y engalanadas carrozas recorriendo las principales calles de Campo.