COLABORACIÓN || CÉSAR TORRES
Podemos hablar de vivienda con agentes inmobiliarios (¡Chollo!) con los del banco (… y el próximo mes baja el precio del dinero, eh?) con la pareja joven de clase media (una casa nueva para nosotros, Genial pero, ¿treinta y cinco años de mi nómina?) con los propietarios (¿Y puedo volver a subir el alquiler un 20% otra vez el próximo año? Jó, como no he alquilado antes…) con los políticos de izquierda (¡los pisos vacíos, los pisos vacíos!), con los de derecha (“ser propietario te vuelve respetable”) o puedes hablar, también, con los sufridos buscadores de un piso, de cualquier piso. Porque de haberlos, haylos.
Casi todos los artículos sobre vivienda susurran al oído algún truco para su búsqueda, y estos trucos dependen de si prefieres la prensa económica de derechas, o la de izquierdas. Si en la prensa que lees Pedro Sánchez es el malvado de turno, los consejos se centrarán en lo que debes y no debes pagar a la inmobiliaria y qué detalles debes mirar y/o preguntar cuando busques pisos en Idealista o en cualquier vitrina de las inmobiliarias de tu ciudad. Si la prensa es de izquierda, te recordarán que en ciudades como Huesca, Barcelona o Beijing el boca-oreja funciona desde hace décadas y siempre hay alguien que sabe de alguien que quiere alquilar o vender, o tiene una casa en el pueblo que no usa o que sus padres están muy mayores y quieren irse a una casa más pequeña…
Después llegará el lío de las tres mensualidades, la nómina con tres meses de antigüedad, los avales bancarios… como si estuviéramos alquilando el palacio de Sisí emperatriz en la Viena de los Habsburgo y no un tercero sin ascensor. Y ese, amig@s, es el problema de la vivienda: que todo el mundo se quiere aprovechar de todo el mundo. En otra época se llamaba Codicia. Ahora la llaman las Reglas del Mercado. ¿Hay vivienda? Ay.