El homenaje a las mujeres del Sobrarbe pone el punto final al Festival Castillo de Aínsa

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Rosina, Marina, Pili, Elena, Marisol y Carmen. Seis mujeres, seis relatos de vida con un factor común: la sonrisa por bandera a pesar de las dificultades. El homenaje “Mujeres que cuentan” puso el alma a un Festival que llegaba a su fin tras varias semanas de múltiples posibilidades de ocio, y lo hacía frente a un patio de butacas que permanecía inmóvil a pesar del justiciero baño de sol. El grupo local “La Mouche Swing” abrió el acto en la explanada del Castillo con una canción en la que, a golpe de contrabajo, se desprendían retazos de las historias de las seis vecinas, naturales de Laspuña, Bárcabo, Abizanda, Tierrantona y Ascaso. Posteriormente ellas mismas tomaron la palabra para contar sus experiencias vitales, marcadas por las trabas propias del medio rural décadas atrás.

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Rosina vivió 30 años en Alemania. No quiere flores en su entierro, quiere fuegos artificiales y que sus cenizas sean arrojadas desde la Peña Montañesa. Marina nació el mismo día que estalló la guerra, aunque eso no fue un mal augurio porque logró criar felizmente a sus hijos y montar una granja de cerdos. Pili marchó a Argentina con 18 años, llevaba en la maleta el vestido de novia con el que se casó al reencontrarse con su novio al otro lado del océano. A sus 80 años, Carmen aún sigue desplazándose en moto y asegura que cuando vivía en Ascaso sus hijos bajaban en burro al colegio de Boltaña. Marisol se casó con un panadero y ella tuvo que hacerse panadera, oficio que desempeñó durante 40 años. Y Elenaregentó una tienda en Tierrantona, sin horarios, siempre dispuesta a atender a sus vecinos. Ahora la lleva con orgullo su hija.

Este es el cuarto año consecutivo que se desarrolla dicho homenaje, sello de identidad de un Festival volcado en su tierra. El proyecto “Mujeres que cuentan” tiene por objetivo poner en valor las vidas de aquellas mujeres que, lejos de abandonar sus pueblos y emigrar a la ciudad, se quedaron (o volvieron) contribuyendo a hacer del Sobrarbe el lugar que hoy conocemos. La Mouche Swing ofreció a continuación un breve concierto a ritmo de swing y jazz con canciones en francés y en español y tocando por primera vez sobre el escenario una composición creada durante la cuarentena: “Fais Moi Mal Jhonny”.

Más citas en la noche del domingo

En el foso el oscense Ismael Civiac preparaba su “Cóctel de ilusiones” infantil utilizando cuerdas, globos, botellas o una mesa voladora para sorprender a un público exigente que había agotado las entradas con casi 24 horas de antelación. Sin embargo, en menos de una hora la apretada agenda del domingo devolvía a los interesados a la explanada del Castillo. Allí se entregó el Dragón del Festival a la Brigada Municipal por su labor esencial en el transcurso del evento. Las figuras habían sido fabricadas con madera reciclada de obra, recogiendo así los “signos de lucha” de los incansables trabajadores del Ayuntamiento ainsetano en un precioso obsequio para el recuerdo.

El colofón a la trigésima edición del Festival corrió a cargo de los Titiriteros de Binéfar. En el escenario, lleno de colorido, disfraces, títeres e instrumentistas, sonaron “Antón Pirulero”, “ A mi burro, a mi burro”, “Milikituli” y “La despelona”, canciones tradicionales con las que las familias jugaron desde sus sillas. Alrededor de las 22:30 se ponía el punto y final a cuatro semanas en las que una quincena de propuestas repartidas entre el foso y la explanada han entretenido a públicos de todas las edades.

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Balance positivo

El XXX Festival Castillo de Aínsa se inauguró el pasado 4 de Julio acogiendo en la explanada del Castillo a 400 personas para presenciar la actuación de Iazabo y La Coral de Sobrarbe. Aquel inicio, con todo tipo de medidas de seguridad y una conducta ejemplar por parte de los asistentes, marcó la tónica general del resto de propuestas. Humor, música, cine y títeres han sido los ingredientes principales de una programación “in crescendo” a lo largo de las semanas, alcanzando su punto álgido el 18 de Julio con el concierto del violinista Ara Malikian.

Paco Paricio, director artístico, reivindica “el ocio sosegado, ordenado, cumpliendo las normas” y asegura que “es posible conjugar ocio y cultura en tiempos de pandemia”. Por su parte, el responsable de la organización, Pep Gracia, señala que “el balance es muy positivo y el público se ha entregado dentro de sus posibilidades con un comportamiento que nos ha sorprendido gratamente”.

De media, el Festival ha rondado una ocupación del 80% en sus diversas funciones, habiéndose registrado más de 900 reservas y 2.000 tickets a través de la aplicación creada exclusivamente para el evento. Además, la web festivalcastillodeainsa.com acumula 30.000 páginas vistas y 8.000 sesiones de usuarios, unos datos que confirman el interés por la cultura y el acierto de haber continuado firmes en la realización del mismo a pesar de las circunstancias.

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