Eugenio Monesma: “Los influencers han existido siempre”

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El archivo audiovisual de este guardián del medio rural ha vivido su renacimiento en las redes sociales, acumulando millones de visitas en todas las plataformas

Durante más de cuatro décadas recorriendo lo que ahora llaman la España vaciada, o la España profunda, Eugenio Monesma ha conseguido inmortalizar la esencia del medio rural a través de su cámara. Este etnógrafo audiovisual nos descubre la pasión que le llevo a hacer de ello su profesión, los desafíos que plantea el abandono de los lugares más pequeños, y el inagotable tesoro de conocimientos que aún conservan estos territorios. Su testimonio es un puente entre generaciones, historias y vidas que hoy en día se tildan de contracorriente.

¿De dónde surge tu vocación?
Mi vocación surge de mi interés por el medio rural. Con 18 años, mientras otros estaban en las fiestas de San Lorenzo, yo me iba con un pastor a ver cómo manejaba el ganado. Me he sentido más de pueblo desde siempre.

Más adelante, me compré una cámara de Super 8. Primero para grabar a la familia, pero también por la inquietud de hacer algún corto. En Huesca teníamos el Festival de Cines Cortos y eso me impulsó a crear “Jaque de Reyes”, un corto antibelicista que me llevó a ganar algún premio.

En ese momento entablé amistad con Ángel Gari, Manuel Benito y Pedro Moliner, muy vinculados a la continuación del legado de Compaire -una de las leyendas de la fotografía oscense-. Con ellos pude compartir inquietudes y ahí diría que empezó todo.

«Mi vocación surge de mi interés por el medio rural. Con 18 años, mientras otros estaban en las fiestas de San Lorenzo, yo me iba con un pastor a ver cómo manejaba el ganado»

Después de toda esta trayectoria, ¿cuál ha sido tu mayor descubrimiento?
Conocer a la gente del medio rural, personas sencillas con profundos conocimientos sobre la naturaleza. Todo ese mundo me apasiona y siempre he tratado de reflejarlo en mis documentales.

Has sido testigo de la evolución del mundo rural. ¿Qué ha ganado y qué ha perdido?
Ganar poco, perder mucho. Las generaciones no se renuevan, sobre todo en el mundo ganadero. Hace diez años, en la Cañada de los Roncaleses bajaban 100.000 cabezas; en 2020, apenas 10.000, y gracias a subvenciones. La vida de los pueblos se apaga: primero cerraron las escuelas, ahora los bares. Y esa es la última frontera: El bar es el núcleo donde se comparte y se socializa entre vecinos. Si se cierra, se pierde todo.

¿Qué priorizarías para frenar la despoblación?
Que vuelva la gente joven. Es más económico que vivir en la gran ciudad, y con una buena conexión a internet se pueden ejercer muchos trabajos. Algunos pueblos ofrecen llevar el bar e incluso una vivienda para atraer familias. Son las únicas maneras de mantenerlo con vida.

En cuanto a lo audiovisual, has vivido una revolución tecnológica. ¿Cómo valoras este cambio?
Es increíble. Antes iba por los pueblos con un proyector de Super 8 a enseñar los documentales, y ahora, con YouTube, tenemos 300.000 visionados diarios en todo el mundo y gente de Marruecos o Australia que me pregunta en los comentarios. Además, ahora con una pequeña cámara o incluso un móvil se puede grabar lo mismo que para lo que antes necesitabas equipos pesados y varias personas.

¿Crees que el concepto de “influencer” es algo nuevo?
No, han existido siempre. Yo aprendí de los pastores, de las mujeres de San Juan de Plan, de los artesanos. Gente que enseñaba con generosidad. Ahora hay muchos influencers que no transmiten esos valores, aunque sean referentes para los más jóvenes. Siempre dependerá de a quién mires y qué busques aprender.

Tus documentales ya son un archivo histórico. ¿Cómo te gustaría que te recordaran?
No me preocupa. Lo importante es que el archivo se conserve y mis hijos lo gestionen bien. Pero lo que más me ha sorprendido es que precisamente lo ve mucha gente joven, interesándose por cómo se hace el carbón o los remedios tradicionales. Eso ha sido uno de los mayores reconocimientos a mi trabajo.

¿Qué puedes aportar a esos jóvenes desde tu experiencia?
La gente de nuestra edad podemos aportar mucho, pero los jóvenes también deben estar dispuestos a recibirlo. Tenemos conocimientos y, sobre todo, experiencia, que es lo que más vale. Hay quienes me han pedido acompañarme al monte a aprender con mucho entusiasmo, y eso es lo que debemos potenciar, aunque sea una minoría.

«La gente de nuestra edad podemos aportar mucho, pero los jóvenes también deben estar dispuestos a recibirlo»

¿Siguen existiendo “locos” por el medio rural?
Sí, claro. También gente que vuelve al pueblo, porque ven que se puede vivir perfectamente. Yo también, porque para mí Huesca siempre ha sido un pueblo grande.

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