La Renclusa, un histórico refugio galardonado con la Placa al Mérito Civil

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Entre las diversas instituciones y personas que han visto reconocido su trabajo en el pasado año en el campo de la Protección Civil, el Gobierno de Aragón ha distinguido el trabajo y dedicación del personal del histórico refugio de La Renclusa, a los pies del Aneto, con la plaza al Mérito Civil de 2017 en la categoría de Hecho Relevante. Una distinción para la que se ha tenido en cuenta los actos «de especial trascendencia» que realizaron sus guardas la noche del 6 de agosto del año pasado en el apoyo y la evacuación de los afectados por las lluvias torrenciales e inundaciones en el barranco de La Renclusa que estuvieron a punto de ocasionar una auténtica tragedia.
Ese día el refugio había estado especialmente concurrido ya que se celebraba la festividad de la Virgen de las Nieves, una festividad siempre multitudinaria en La Renclusa. Muchos de los asistentes se quedaron a pernoctar en la zona, algunos en el interior del refugio y otros acampados en su entorno. Pasada la medianoche se desató una enorme tormenta que, al poco, desbordó el barranco próximo a la zona de acampada y causó la alarma entre los más de treinta campistas allí presentes. «Estábamos hechos polvo porque estuvimos todo el día sirviendo comidas y atendiendo a la clientela cuando, sobre la una o una y media de la madrugada, vinieron algunos de los acampados pidiendo ayuda», recuerda David Lafont, responsable de la Renclusa, quien inmediatamente activó el protocolo de emergencias, abrió las dependencias del refugio a los afectados, habilitó zonas para acoger a los campistas y empezó a distribuir entre ellos ropas de abrigo, caldos y bebidas calientes. Y mientras esperaba la llegada de los especialistas del GREIM que habían sido inmediatamente avisados de la situación, también montó un primer operativo de rescate con los trabajadores del refugio para acudir hasta la zona de la acampada y prestar ayuda a los afectados y sacarles de la zona de peligro «porque había campistas en situaciones muy complicadas».
Lafont no puede olvidar que la gente llegaba con lo puesto, algunos en ropa interior y descalzos, acompañados por el retumbar de una enorme tronada y con el sonido de las rocas cayendo en las inmediaciones mientras una gran riada de agua y piedras arrastraba más de una docena de tiendas de campaña. «Fue un milagro que no hubiera ninguna víctima porque los desprendimientos cayeron a escasos metros de donde había varias tiendas plantadas», explica Lafont reconociendo que «todo quedó en un buen susto» en gran medida porque los campistas «reaccionaron muy rápido».
Algunos de ellos se vieron sorprendidos por la riada en el interior de la tienda y tuvieron que rasgar las paredes con navajas para poder salir. Una de las anécdotas de la noche la protagonizaron dos de estos campistas cuya tienda había quedado en una pequeña altura de unos pocos metros cuadrados de superficie rodeada por las aguas embravecidas y que no se habían enterado del peligro hasta que fueron alertados por las voces de los rescatadores. «Cuando vieron el panorama no se lo podían creer», comenta Lafont.
La actuación de los trabajadores de La Renclusa fue muy efectiva y contribuyó a minimizar las afecciones en un suceso que pudo haber ocasionado una tragedia. «Luego llegó el GREIM, que son los profesionales, conocen muy bien su trabajo y tienen un equipo idóneo y peinaron a fondo el perímetro para comprobar que no había personas afectadas; vimos una tienda que envolvía dos bultos sospechosos que al final resultaron ser sendas mochilas y no tuvimos que lamentar más heridas que alguna que otra contusión y erosiones varias», explica David Lafont restando mérito a su trabajo ya que –apunta- «quien al final se lleva el marrón gordo, gordo, en las situaciones de emergencia son los del GREIM, nosotros estamos aquí para facilitarlos el trabajo en la medida que podamos pero siendo conscientes de hasta dónde podemos llegar».
El reconocimiento oficial que supone esta Placa al Mérito es, para todos los trabajadores del refugio, «un enorme acicate». «Es un premio que agradecemos muchísimo», reconoce Lafont.

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