El lobo despierta el temor de los ganaderos y ciudadanos de la Alta Ribagorza

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La confirmación de que se ha detectado un lobo en la Alta Ribagorza ha caído como un mazazo entre los ganaderos y el resto de los ciudadanos de la zona que ven en la presencia de este depredador el “golpe de gracia” al sector de la ganadería extensiva, actualmente con gravísimos problemas de viabilidad, y un notable factor de desasosiego para la vida cotidiana ante el peligro potencial del animal que ha sido detectado en la cara norte del Turbón, un territorio en el que ya se ha asentado desde hace varios años, al menos, uno de los osos que deambulan por el espacio pirenaico.
Así lo entiende Teresa Ariño, una vecina de Abella, quien apunta que ya hay bastante miedo con el progresivo emboscamiento incontrolado de los montes como para añadir un factor más de riesgo a la hora de limpiarlos. «Lo que van a conseguir entre osos y lobos es que marche toda la montaña, porque no veo yo a los ganaderos metiendo sus rebaños en el bosque y al final vamos a tener auténticos polvorines a la puerta de casa cuando la hojarasca seca arda como la yesca», advierte reconociendo que la confirmación de la presencia del lobo le ha generado «una sensación de temor» que comparten muchos de sus convecinos.
Para esta ribagorzana, la noticia supone «una locura» ya que considera que el oso que ronda desde hace varios años por la zona «es peligroso» pero que el lobo «es un depredador total» que además genera un factor enorme de intranquilidad en humanos y animales.
Una opinión que comparte Juan Ignacio Espot, alcalde de Laspaúles y presidente de la ADS de vacuno de la zona. En su calidad de edil, Espot fue uno de los asistentes a la reunión en Castejón de Sos en la que los técnicos del gobierno de Aragón anunciaron la pasada semana la confirmación de la detección del lobo en el entorno del Turbón. No obstante, denuncia que a la cita, además de los alcaldes, sólo estaban invitados los ganaderos de ovino y que se olvidaron de convocar a los vacuno «tan afectados como estos por la presencia del lobo».
Espot se muestra rotundo al afirmar que no le gusta esta historia del lobo «por muchos motivos», entre ellos porque «tener una fiera merodeando al lado de casa no le gusta a nadie» y se confiesa «totalmente en contra» de la presencia del cánido. Tampoco le gusta lo que ha tardado la DGA en confirmarla ya que, en su opinión, «hace días que se sabía, no nos han dicho nada y posiblemente haya más de un ejemplar en la zona». No obstante, se muestra resignado ante una normativa europea de protección de la especie ante la que es muy difícil luchar pero exige que la DGA se haga cargo de los daños que provoque el depredador, «sean los que sean y con el valor real porque si no llegará un momento en el que a lo mejor no nos callaremos».
El alcalde de Laspaúles también se hace eco de una duda cada vez más extendida en la Alta Ribagorza sobre la procedencia del lobo que, en teoría, habría llegado desde Italia. Y ante esta nueva amenaza considera que «los pocos ganaderos que van quedando» lo van a tener «cada vez más inviable». «Vamos a plegar todos entre unas cosas y otras y políticas como ésta de reintroducir animales salvajes no es la manera de asentar población humana en el Pirineo», subraya recordando que en cualquier momento puede ocurrir una desgracia con residentes o visitantes «ya que estos animales no dejan de ser fieras».
También es ganadero de vacuno –ex ganadero, matiza- Luis Guirao, concejal responsable de temas de ganadería en el Ayuntamiento de Benasque, quien piensa que detrás de este lobo detectado «vendrán otros, como con el oso». De todas formas, no le ha extrañado este avistamiento «ya que en la zona de Esterri de Aneu ya hace años que se ha detectado la presencia del lobo» aunque apunta que genera «mucha más intranquilidad» que la vecindad del oso «porque es un animal mucho más peligroso».
Muy concluyente con sus opiniones es, así mismo, la alcaldesa de Bisaurri, Pilar Saludes, para quien la noticia es «otro tema que nos hace la puñeta». Reconoce que el encuentro con los representantes del Gobierno de Aragón fue una reunión «meramente informativa» sobre el avistamiento del lobo. «Se limitaron a decirnos que estaba aquí, que nos hiciéramos a la idea y que era un animal protegido pero en ningún momento nos comentaron qué había podido hacer en el tiempo en que se ha detectado su presencia en la zona», señala Saludes quien se pregunta, por ejemplo, qué ha comido desde diciembre hasta ahora.
Reconoce que los ganaderos están «entre resignados y cabreados» y que el resto de los vecinos se encuentran «fastidiados» ante la reintroducción de una especie que había desaparecido de los montes ribagorzanos desde hace más de cien años.
«Es una sensación de impotencia total porque es un depredador muy importante y está ahí fuera; no sabemos dónde pero ahí fuera», comenta esta alcaldesa que no se recata en afirmar que no le cuadran las explicaciones recibidas. «Dicen –reflexiona- que es un lobo solitario, que no ha atacado pero a mí personalmente me faltan muchos datos; este año se ha perdido ganado como ninguno, han aparecido reses espantadas sin saber por qué…, cosas que no tenían sentido y quizás ahora sí lo tengan».
Saludes insiste en que hace más de un siglo en que no ha habido lobos en Ribagorza apuntando que «hasta ahora se paseaba con tranquilidad por los montes pero primero el oso y ahora el lobo, que acabará formando una manada, van a alterar totalmente la vida en la zona». Igualmente, tiene claro que dar entrada al lobo, «que es un depredador», deja desprotegido al ser humano y que su asentamiento «es el finiquito del territorio tal como lo conocemos». Y denuncia que estas políticas proteccionistas diseñadas sin contar con la opinión de los directamente implicados están «asfixiando» a los lugareños obligándoles a abandonar el medio rural.
Otra opinión similar es la del ganadero de ovino de Abella Ramón Rosó que entiende que la noticia de la aparición del lobo es «demoledora». «La ganadería extensiva ya está muy tocada, casi acabada, y ésta es una martingala más para ayudarnos a plegar», sostiene ya que considera que el lobo ha llegado para quedarse. «Cuando se confirme su implantación, yo ya me he planteado sacarme las ovejas, y como yo otros ganaderos de ovino, y ya veremos lo que pasa con los de vacuno», sentencia.
Algo que también está barajando otro de los ganaderos de la zona, que prefiere mantener el anonimato, que comparte las «serias dudas» de otros de sus convecinos sobre cómo ha llegado el lobo hasta las laderas del Turbón, para quien su presencia «va a ser el puntillazo que nos faltaba» y que, resignado, se confiesa «curado de espantos».

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