Los truferos aragoneses acaban de poner en marcha un programa de actuaciones a medio y largo plazo que tiene como objetivo último la concesión de una Denominación de Origen Protegida y específica para la trufa negra “tuber melanosporum” de nuestra comunidad. Se pretende así que Aragón, que genera más de la mitad de la producción de este exquisito hongo en todo el mundo –y de la mejor calidad de cuantos se ofrecen en el mercado internacional- , tenga también un refrendo institucional que certifique ante el consumidor las bondades del producto, facilite la promoción comercial de un producto caracterizado por su especial calidad y permita luchar contra el fraude en el sector, los etiquetados interesadamente confusos o el añadido de aromas artificiales.
La posibilidad de convertir este Denominación de Origen en una herramienta unitaria y única de intermediación con las administraciones y la oportunidad que abre el paraguas de este reconocimiento a potenciar distintas líneas de trabajo en la elaboración de la trufa para propiciar que nuestra comunidad deje de ser, casi exclusivamente, un territorio productor y comercializador en bruto del hongo y empiece a desarrollar distintas empresas que dejen aquí un valor añadido son otros dos de los argumentos que avalan la puesta en marcha de esta estrategia.
El primer paso se dio hace uno días en Graus, durante la celebración de una asamblea extraordinaria de la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de Aragón que dio luz verde al comienzo de las gestiones para la creación de la Marca Trufa Negra de Aragón como primer paso para la obtención de la citada Denominación de Origen Protegida. En este empeño, cuentan con la colaboración de la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa Negra de las Comarcas de Zaragoza (Truzarfa) y el apoyo de las Diputaciones de Huesca y Zaragoza, aunque, de momento, los profesionales de Teruel se mantienen al margen. Se espera, no obstante, que puedan sumarse en el fututo ya que sus promotores subrayan que tiene «un carácter inclusivo».
El presidente de los truferos altoaragoneses, David Royo, reconoce que llevan más de año y medio trabajando en este proyecto que esperan ver cumplido hacia de noviembre de 2026 tras cumplimentar distintos pasos preceptivos entre los que se encuentran la próxima integración en la Marca de Garantía de Calidad del Gobierno de Aragón C’alial. «Marcamos siempre como referencia el mes de noviembre porque es cuando comienza nuestra temporada de trufas», señala Royo, recalcando que el objetivo último que se persigue con esta Denominación de Origen –«que será la primera de la trufa en todo el mundo»- es que Aragón «genere una industria alrededor de la trufa, que no nos limitemos a producirla, y conseguir que buena parte del valor añadido se quede aquí y contribuya a mantener la población en el mundo rural».
Para obtener este reconocimiento, los truferos han programado la realización de distintos programas de formación de los trabajadores del sector en que se incidirá en asuntos como la trazabilidad y el control del producto y el diseño de un catálogo de buenas prácticas para que al consumidor le lleguen las trufas en las mejores condiciones de maduración, calidad y aroma. Se van a establecer tres categorías –extra, primera y segunda- en función de consideraciones de aspecto, calibre y aroma previamente establecidas y reguladas y las trufas que no lleguen a estos estándares no podrán acogerse a la D.O.P.
En este proyecto, sus promotores cuentan con la colaboración y especial implicación del Centro de Experimentación e Investigación de Truficultura (Ciet) de Graus, y del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (Cita) del que depende este laboratorio pionero en España en la investigación sobre este hongo y cuyo trabajo es considerado «clave» para garantizar el futuro de un sector en plena ebullición.
