Fallado el XIII Premio de Expresión Plástica del Consorcio Universitario Ramón J.Sender – Uned Barbastro

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El artista zaragozano Enrique Radigales ha resultado ganador del Primer Premio, con la obra titulada “Tallos”, un díptico de pinturas acrílicas sobre papel y aluminio perforado de 65 x 54 cm (cada una) de 2021. El premio está dotado con 3.000€ y la realización de una exposición individual en la Sala Francisco de Goya de la UNED de Barbastro.

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El Segundo Premio ha sido concedido al artista oscense Javier Aquilué Laliena, por la obra titulada “La opinión”, un óleo sobre lienzo de 130 x 97 cm de 2022, con una dotación económica de 2.000€.

La convocatoria de este año ha recogido un total de 127 propuestas artísticas, de entre las cuales 27 han sido seleccionadas para la realización de una exposición que podrá verse en el mes de octubre en la Sala Goya de la UNED de Barbastro en 2023 podrá visitarse el próximo mes de octubre en la Sala Goya de la UNED de Barbastro.

Además de las obras ganadoras, el jurado ha querido hacer una mención a las obras “Km 6, 11, 18” de Llorenç Ugas Dubreuil, “El eco de la tierra” de Antonio Lachós Roldán y “Límite incierto” de Kihong Chung, por la calidad e interés de las propuestas.

Han formado parte del jurado de la XIII Edición del Premio de Expresión Plástica, Ángeles Pérez Esmiol, directora del Centro de la UNED de Barbastro, María González Malo, técnico de artes plásticas de la Diputación Provincial de Huesca, Maria Teresa Solanilla Buil, gestora cultural, Antonio Latorre Palacio, comisario independiente, Clara Abós Claver gestora cultural y técnico de servicios generales de la UNED de Barbastro.

Enrique Radigales (Zaragoza, 1970) es uno de los artistas e investigadores españoles pioneros en el Net.art y en los lenguajes digitales. Sus proyectos han sido expuestos en salas institucionales como CA2M, Matadero, Casa Encendida, y CentroCentro, Madrid; MACBA, La Virreina, La Capella, FAD y Can Felipa, Barcelona; Azkuna Zentroa, Bilbao; Montermoso, Vitoria; CDAN, Huesca; LABoral, Gijón; Freies Museum, Berlín; OMA, Seúl, Center of Contemporary Arts, Glasgow, Centro Georges Pompidou, París. Como artista ha sido residente en la Real Academia de España en Roma, Roma; Casa Velázquez, Madrid; Quincena de Arte de Montesquieu, Girona; Arteleku, San Sebastián; Eyebeam, Nueva York; URRA, Buenos Aires y el Museu da Imagem e do Som, São Paulo.

Tallos, acrílico sobre papel y aluminio perforado, 65 x 54 cm c/u, 2021. El desarrollo evolutivo de este díptico encuentra su origen en la exposición La cuarta generación donde se activó por primera vez la pintura mediante procedimientos industriales, inyectando acrílico en el reverso del soporte de aluminio, previamente perforado de tal manera que surgían las “semillas” en la superficie metálica. La pintura se activa mediante procedimientos industriales, inyectando acrílico en el reverso del soporte de aluminio, previamente perforado de tal manera que surgen las “semillas” en la superficie metálica donde además se incorporan capas de papel a modo de décalage. Al perforar su superficie se conectan las dos caras del cuadro a través del canal de pintura, encontrándose al final de un túnel, vasos comunicantes desbordándose y fundiéndose en un solo cuerpo. Al pintar desde atrás se pierde el control de lo que está sucediendo, pintar se vuelve azaroso, y se genera un baile o acting entre la cara A y la cara B. La presión de la pintura o el tiempo de extrusión sustituyen al trazo y la presión del pincel, la deriva de color y volumen desplazan a la composición y el equilibrio. Pintar se vuelve también un acto performativo en el estudio, el pintor es un flâneur recorriendo y auscultando un paisaje pictórico. La naturaleza reversible de estas pinturas obliga al análisis errante de sus dos caras, una comprobación permanente de sus latitudes. No hay una cara oculta en su topografía. Se pinta a ciegas desde la cara sombría. La pintura se desarticula. Se cancela la tradición. Estos cuerpos pictóricos fueron construidos desde una actividad errante y su metamorfosis contiene una memoria íntimamente relacionada con el movimiento. Estas pinturas son derivas: pintar es tomar decisiones constantemente, que dependen de la tecnología de la pintura pero que también se van creando a medida que se va trabajando, que se producen accidentes, que se solucionan problemas imprevistos.

Javier Aquilué (Huesca, 1978) es Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Castilla la Mancha. Su tesis “El Ojo Vago” abordaba los usos productivos de la disfuncionalidad en el arte contemporáneo. Realizó su proyecto de tesina en la Hochschule für Bildende Künste de Hamburgo, y ha cursado diversos talleres impartidos por Isidoro Valcárcel Medina, Berta Sichel, Juan Luis Moraza, José Luis Brea y Martí Perán entre otros. Ha sido galardonado en dos ocasiones- 2001 y 2008- con la beca Antonio Saura de la Diputación Provincial de Huesca. Ha sido profesor de Teoría de la Imagen en IED Madrid, crítico musical para Rockdelux, articulista para El Estado Mental, y ha prologado el libro Buscando Invisibles (Ed. ESTE, NY 2015) de David García Casado. Ha comisariado exposiciones para los festivales Periferias y Diversario, ilustrado libros y diseñado portadas de discos para músicos como Roldán, Matrimonio o Gabriel y Vencerás. Es miembro de la asociación cultural En vez de nada, que publica libros y discos, organiza anualmente el festival Romería y Desengaño, y coordinó el proyecto web interactivo Álbum de Huesca, promovido por la DPH. Forma parte además del grupo musical Kiev cuando nieva, formación con cinco discos publicados con la que ha actuado en varias ocasiones en el festival Primavera Sound. Actualmente ejerce de profesor de Dibujo en la Escuela de Arte de Huesca.

Frente a una pared de roca, una persona ataviada con una sábana y con los brazos en alto pretende amedrentar a un enorme oso.

La relación con el título es claramente alegórica: las opiniones son constructos simbólicos que los seres humanos esgrimimos para domeñar precariamente una realidad que nos excede.

La escena ostenta cierta cualidad absurda, incluso humorística, no tanto por lo irreal o grotesco de los elementos que la componen, sino porque dichos elementos han llegado a concurrir en una misma imagen por razones que se nos escapan; están descontextualizados, se ha escamoteado la historia previa y la posterior, como la captura aislada de un fotograma.

La persona, descalza y quizá desnuda, se enfrenta en una situación claramente desigual y vulnerable ante un oso. Ataviada con una sábana y con los brazos en alto, pretende amedrentar al animal gracias a su disfraz de fantasma. Entendemos que el oso desconoce por completo el código simbólico según el cual su oponente debiera resultarle terrorífico, e inferimos que el enfrentamiento terminará por resultar poco ventajoso para nuestro “fantasma”.

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