La Cartuja de Los Monegros celebra sus 50 años

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Hasta cuatro generaciones de vecinos se han reencontrado para celebrar el medio siglo de vida de la Cartuja de Monegros, uno de los pueblos más jóvenes de Aragón al que llegaron ochenta familias de todas las comunidades autónomas. Más de 500 personas se han dado cita en una jornada donde la atención ha estado centrada en el descubrimiento del monolito conmemorativo por el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, acompañado por el primer edil de Sariñena, Francisco Villellas; la alcaldesa pedánea Paquita Gil y Natalia Pérez, presidenta de la asociación que ha organizado los actos del aniversario de esta localidad perteneciente a Sariñena.

El sentimiento de empezar a construir algo nuevo en 1968 de tierras casi yermas, con personas de diferentes lugares y dejando atrás familias y recuerdos es el que han compartido todos y al que se refería Miguel Gracia de cara al futuro de las zonas rurales: “Si hace 50 años se conquistó el desierto, hoy con más medios y recursos podemos lugar contra los problemas demográficos”.

En la Cartuja de Monegros, se ha puesto de relieve el fenómeno de colonización por su importancia económica, sociológica y territorial en el que puede ser considerado el movimiento migratorio más importante del siglo XX en España. Para Miguel Gracia, supuso nuevos paisajes con los regadíos, nuevas economías, nuevas costumbres pero sobre todo nuevas convivencias. “El de hoy es un reconocimiento a una labor callada, que hasta ahora no había sido visible quizá por estar asociada al periodo cuando fueron creados”, así se expresaba Gracia, quien se muestra satisfecho de que el Galardón Félix de Azara haya sido un revulsivo para los quince pueblos de colonización que también han creado una asociación.

Todo el pueblo ha podido revivir el momento de la entrega porque Ramón Paván, el más mayor de cuantos todavía trabajan los lotes de colonización que recibieron, ha recibido de manos del Presidente de la DPH que va a estar a la visita de todos en el Ayuntamiento.

El alcalde del municipio, Francisco Villellas, ha querido poner hoy de manifiesto el “duro trabajo y sacrificio que tuvisteis que hacer para sacar adelante a vuestras familias y al pueblo que hoy disfrutamos”. También ha querido agradecer que los hijos de colonos
decidan quedarse “que haya un relevo generacional y demográficamente se esté logrando asentar población joven”, ha señalado.

Desde aquel primer sorteo que tuvo lugar el 29 de julio de 1968 en el que llegaron los primeros colonos, sin servicios ni comodidades, se ha llegado a formar un pueblo con todo tipo de instalaciones, como el bar, la tienda, el consultorio médico y farmacia, calles asfaltadas, piscinas e instalaciones deportivas, además de mantener abierta la escuela con niños hasta sexto curso.

Esta celebración ha sido posible gracias a una asociación creada por este motivo formada principalmente por mujeres y que, tal como recordaba su presidenta, Natalia Pérez, se reunieron hace aproximadamente año y medio para preparar el 50 aniversario de este pueblo que hoy tiene su colofón, a falta de un concierto. “Hoy es un día en el que se muestra más que nunca la unidad que existe, es emotivo ver el reencuentro de familias de aquí y las que se han ido”.

La jornada  comenzó con una misa baturra oficiada por el vicario general de la diócesis de Huesca y ha sido una jornada eminentemente festiva con pasacalles y mucha música de la orquesta Nueva Saturno o Los Iguana. Y a lo largo de este tiempo, han realizado diferentes actividades, culturales, deportivas, de entretenimiento y festivas, entre las que ha habido una ruta en bicicleta, el festival de rock, concurso de guiñote, los actos en torno a la hoguera de San Blas, la ruta senderista por la sierra, el mural colectivo y el libro que recoge los testimonios e imágenes de la historia de uno de los últimos pueblos de colonización.

Un escudo para el pueblo en forma de monolito

El monolito conmemorativo escondía una sorpresa porque desde hoy el pueblo de la Cartuja de Monegros cuenta también con su propio escudo salido de las manos del maestro cantero Fernando Elboj que, en un bloque de piedra de 7.000 kilos, ha plasmado “los referentes más claros del pueblo en un proyecto que ha sido compartido con todos los vecinos”, como él mismo ha dicho.

En los diferentes cuarteles del escudo, se puede reconocer el vecino monasterio de la Cartuja de las Fuentes al que el pueblo está ligado, las estrellas de San Bruno, el patrón de la localidad y, añade el escultor, “también tenía que estar recogido qué supuso venir a estas tierras a trabajar”. La agricultura queda reflejada con la “tajadera” que se encuentra a la entrada del pueblo. La decoración floral que suelen tener este tipo de símbolos mira a los cultivos e introduce el trigo, se completa con referencias más habituales a

 

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