La grandeza de los pueblos pequeños se descubre cada día, pero con la llegada de las fiestas se impregna de un aire diferente. Son fiestas y la convivencia y la hospitalidad afloran con la naturalidad con la que llega la primavera a los montes. Todos participan y los actos son de todos. Buena muestra se vive en Laperdiguera. No son muchos en invierno, bastantes más en verano y las fiestas, eternas.
Como vemos en las fotos comenzaron sobre ruedas con una marcha ciclopatinera. Dos jóvenes fueron las pregoneras, la gente se animó a bailar en las verbenas y en la discomóvil y todos se rieron con el teatro de «Paren España que me quiero bajar». Esto entre otros actos.