El segundo fin de semana de Pirineos Sur cerró con más de 10.000 asistentes, tras cuatro jornadas intensas de conciertos. Anoche pusieron el broche final Lila Downs y Mulatu Astatke, con dos shows de planteamientos muy diferentes pero con el mismo resultado: una representación de la calidad y variedad de estilos de la XXXI edición de Pirineos Sur.
Mulatu Astatke es una figura fundamental en el devenir de la música africana más vanguardista de las últimas décadas, por lo que su actuación en la Lanuza era una deuda pendiente desde que comenzó su andadura Pirineos Sur. El octogenario multiinstrumentista muy bien flanqueado por una magnífica banda de seis músicos (excelsos el trompetista y el violinista) entregó un concierto sobrio pero impecable, que dejó cocer a fuego lento para ir desarrollando pasajes que se acercaban tanto al jazz más clásico, como a los sonidos africanos, regalando momentos para el recuerdo con guiños al jazz cósmico y al funk más trepidante.
Lila Downs sabe cantar como pocos artistas sobre sus penas y transmitir sus sentimientos, pero sus conciertos siempre finalizan por todo lo alto, con un público extasiado, con los brazos al aire; un cántico a la vida, un brindis por los que están con ella en sus recitales. La mexicana ya es una vieja conocida en Pirineos Sur y sabemos de lo que es capaz, pero casi 10 años después de su última visita, volvió a enamorar y a certificar porque es una de las mujeres más importantes de la música latina.
Salió a la escena con ese salero picantón que ella posee, para presentar su último trabajo, “La Sánchez”. Y es que en sus conciertos se canta a la vida y a la muerte, a la alegría y al dolor; y qué mejor que la comida y una buena copa para celebrarlo todo. Y así comenzar a cantar a las pasiones más universales con “Son del chile frito”, “Tortolita”, “Fuiste feliz” o “Dos corazones”. Con esas cumbias y rancheras que también maneja, algunas ya universales, no tardó en meterse al público en el bolsillo.
Y como buena embajadora de su cultura, regaló al público esa versión tan querida de “El último trago”, de su compatriota José Alfredo Giménez; y a continuación, una muy bien recibida “Zapata”. Otro de los momentos álgidos de la noche llegó con su adaptación de ese himno popular que es “Cariñito”, para regocijo de sus fans. Y para un brindis final, ¿qué mejor que un “Mezcalito”?
Y el miércoles, regresa la música a Lanuza
El miércoles 17 de julio se estrenará en Pirineos Sur uno de los artistas más populares de España y que está camino de alcanzar el mismo rango al otro lado del Atlántico: Melendi. Tras más de 15 años de trayectoria no ha parado de sumar éxitos y se ha afianzado como uno de los artistas masculinos más importantes dentro y fuera de España gracias a los éxitos a lo largo de su extensa y versátil discografía. Pero esto no será más que el comienzo de cinco jornadas cargadas de música. Variada y para todos los públicos: El Drogas, Tarque (jueves 18), Sara Baras y Carmén Linares (viernes 19), Rawayana, Baiuca (sábado 20) y La Plazuela e Iseo y Dodosound (domingo 21).
Sobre Pirineos Sur:
La historia
Hace 31 años la Diputación de Huesca ponía en marcha el Festival Pirineos Sur, un punto de encuentro entre continentes, culturas y sonidos, que ya en sus primeras ediciones se convirtió en la referencia nacional de su género musical antes de que en España se hablara de multiculturalidad o globalización. Es también una apuesta por potenciar el turismo cultural en la provincia de Huesca
Tras tres décadas conserva la filosofía que lo vio nacer. El Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur ha recorrido musicalmente casi todo el mundo. Músicas y culturas provenientes de los cinco continentes y ediciones monográficas dedicadas a los creadores de diversos países, regiones y movimientos musicales.
Un festival de postal
Sin duda, uno de los grandes alicientes de Pirineos Sur, volverá a ser no solo la propuesta musical, sino en el entorno donde se ubica: un espacio natural privilegiado. En el corazón del Valle de Tena, en pleno pirineo aragonés, las serenas aguas de las 116 hectáreas del pantano de Lanuza reflejan la imponente montaña de la Peña Foratata, un gigante de 2.321 metros de altura. Su figura se convierte en el telón de fondo de un escenario que flota sobre estas aguas y donde cada tarde puede disfrutarse de la bella estampa de la puesta de sol como antesala de los espectáculos musicales.
Además, para mayor comodidad de los asistentes, el anfiteatro cuenta con un aforo máximo de 4.900 personas y está dividido en tres: un espacio con gradas de piedra, un foso a orillas del pantano donde bailar en primera fila y sin agobios y, por último, una balconada superior donde disfrutar de la experiencia con visión panorámica.
El festival está flanqueado por dos de los pueblos más bellos del Valle de Tena. Por un lado, Lanuza, la encantadora pedanía “rescatada” bajo las aguas del embalse; y por otro, el emblemático Sallent de Gállego, lleno de vida y típicos caserones de piedra. Senderismo entre cascadas, piragua o paddel surf en el propio pantano, quads, vías ferratas o paseos a caballo, cualquier actividad es posible como alternativa a completar cada fin de semana, incluso en familia. Y todo ello acompañado de una diversa oferta de gastronomía de altura que cuenta con restaurantes con soles Repsol.