Llega la Navidad, un cumpleaños, una celebración… pero para algunas personas esas celebraciones no se notarán en la mesa porque su disfagia orofaríngea los ata al mismo o parecido puré de siempre. Esta dificultad para tragar es un trastorno infradiagnosticado que afecta a mayores, pacientes de enfermedades neurodegenerativas, con accidentes cerebro vasculares… y que en ocasiones lleva a quienes la padecen, y a sus cuidadores, a una tediosa monotonía en la cocina y un aburrimiento en los platos.

En el sector de Salud de Barbastro, la disfagia cuenta con otro punto de abordaje gracias al trabajo que realizan las enfermeras de Atención Primaria Ana Arnal y Arancha Pueyo. Apoyadas desde la Dirección de Enfermería, Arnal y Pueyo forman a profesionales de otros centros de salud para que transmitan los cuidados en disfagia en sus zonas. De igual manera, ofrecen talleres en las asociaciones que lo solicitan directamente a la Dirección de Enfermería.

Por ahora, han visitado las cinco residencias del Somontano, la de Aínsa, el centro Edad 3 y la Asociación de Alzheimer en Barbastro y tienen pendiente visitas a Monzón y Chimillas.

Se trata de unos talleres eminentemente prácticos en los que incluso se invita a los participantes a ponerse en la piel de una persona con disfagia. “Colócate un trozo de `mallows nubes´ (una golosina) en el paladar y trata de tragar…” me anima Ana Arnal. Ellas dan pautas, ideas para promover una alimentación variada y segura donde los macarrones, el café con leche, el jamón serrano tengan cabida. “Casi cualquier plato se puede trasladar con seguridad, que es en estos pacientes, lo más importante. No perder la seguridad pero ampliar el menú y mejorar su calidad de vida” apostilla Pueyo.

Ana Monclús, directora de Enfermería de Atención Primaria, señala la importancia de esta iniciativa. Estos cuidados invisibles van más allá de la cartera de servicios. En el día a día los pacientes, profesionales, cuidadores y familiares se enfrentan con las dificultades de afrontar la disfagia. “Este problema de salud acarrea gran impacto social y psicológico en familiares y pacientes. Cualquier persona con disfagia, siempre que pueda mantener la alimentación oral, e independiente de su situación de vida, puede disfrutar de una vida plena y feliz en lo que se refiere a la alimentación”.

Los datos señalan que desde que se han puesto en marcha han disminuido los ingresos en urgencias por atragantamiento en estas personas, e incluso, una ha dejado los antidepresivos.

Los talleres, además, ofrecen la característica de que llegan a muchos perfiles de personas diferentes: cuidadores, sanitarios, asociaciones, cocineras… “Pero, tampoco debemos creer que no se sabe nada ¡eh!-señala Arnal-muchas veces sólo hay que refrescar, animar y hemos encontrado cocineras, cuidadoras… que ya aplican las ideas que les llevamos para una alimentación eficaz, segura, variada e intentando minimizar el uso de espesantes artificiales”. En esta tarea también han hablado con Ana Cortés, nutricionista de CADIS Huesca (Coordinadora de Asociaciones de Personas con Discapacidad) quienes también trabajan la disfagia y han puesto en común su labor asistencial y nutricional.

Este abordaje de la disfagia surgió de las jornadas de calidad que celebró hace unos meses el sector de Salud de Barbastro.

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