Dentro de las numerosas actividades organizadas para celebrar la Ferieta de la localidad, los organizadores han contado con la colaboración del experto en arte y excelente comunicador Francisco Martí para ofrecer a los interesados esta tarde, a partir de las 18,30 horas, una visita guiada a la imponente iglesia parroquial de la Asunción.
Esta monumental iglesia parroquial de Lascuarre, dedicada a la Asunción de la Virgen, es uno de los más representativos ejemplos del gótico aragonés de transición al renacimiento de todo el Alto Aragón y su mole domina el caserío de la localidad.
Levantada sobre un anterior templo románico, ocupa parte del solar del antiguo castillo de la localidad que tuvo una gran importancia estratégica hasta el siglo XIII pero que en el momento del inicio de las obras de la fábrica del actual templo había perdido esa prevalencia y, a tenor de las crónicas, se debía encontrar en ruinas. No obstante, su estructura todavía se puede adivinar en el perfil de la obra que sustenta la base de la iglesia y sus pasadizos inferiores, aljibes y subterráneos aún eran visibles hasta hace unas décadas.
La iglesia, de considerables dimensiones, es de excelente factura técnica y presenta una fachada plenamente renacentista que sigue los modelos recogidos en el tercero de los libros de Serlio, el tratadista y arquitecto manierista boloñés que plasmó y recuperó en su Tratado las pautas de la antigua arquitectura clásica.
Estos libros de Serlio fueron un auténtico éxito en su época y debieron llegar a Ribagorza ya que consta que la iglesia de La Asunción fue construida por un arquitecto llamado Anduxe entre los años 1552 y 1556, siendo el maestro picapedrero de la obra un tal Juan Tellet, documentado como habitante y vecino de Lascuarre el 15 de febrero de 1556.
El templo presenta nueve capillas laterales en las que habría al menos ocho altares dedicados a distintos santos. Cuenta con techumbre de bóvedas estrelladas y un campanario hexagonal, como el resto de la obra, de buena factura arquitectónica con una estructura externa adosada para albergar la caja de la escalera de caracol que es característica de los campanarios ribagorzanos de la época. En su interior conserva un curioso altar mayor de estilo churrigueresco que no es sino un pálido reflejo de lo que debió ser ya que perdió sus tablas durante la guerra civil. Hay, así mismo, varias telas de diferente mérito repartidas por las capillas del templo y, sobre la puerta de la sacristía, una curioso carrillón de campanas que se utilizaba originalmente en Semana Santa para “romper la hora” rememorando la muerte de Cristo en la cruz.
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