Pirineos Sur se corona con decenas de miles de asistentes y un cartel que no defraudó

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Kase.O llenó en el último concierto en Lanuza de esta edición (Foto: Javier Broto)

Pirineos Sur ha bajado el telón a su 26 edición. Han sido 16 días de actuaciones con miles de personas en el escenario flotante de Lanuza, y con decenas de miles las que han pasado por Sallent de Gállego, para ver el resto de actividades o los puestos de Mercados del Mundo. Una cita que ya es un referente en el panorama nacional e internacional de los festivales, organizado por la DPH, y coorganizado por el consistorio sallentino, el encuentro de las culturas ya mira hacia la edición del año que viene.

El sábado 5.300 personas, el aforo completo, vibraron con el imponente concierto de Kase.O en el último concierto que se celebró este año en el Anfiteatro de Lanuza. Un broche de oro para una exitosa edición, que también contó con la refrescante actuación de Bejo y Dj Pimp, en el mismo recinto; y con José Pardinilla Sexteto en el escenario Mercados del Mundo.

El viernes, la noche más festivalera de Pirineos Sur, este año llamada “Viva London!”, ha vuelto a resultar todo un éxito. Más de 4.000 personas se acercaron al Anfiteatro de Lanuza para descubrir los nuevos sonidos que están surgiendo de las calles de Londres, entre ellos los de United Vibrations, Family Atlantica y Elijah & Skilliam. Pero sin duda, el momento de máximo apogeo, cuando el público se entregó sin control, fue con la actuación de los esperadísimos Crystal Fighters.

ÚLTIMO CONCIERTO EN LANUZA DE ESTA EDICIÓN

Que Kase.O iba a desbordar el Anfiteatro de Lanuza era algo que se podía adivinar. Pero el mayor éxito del rapero en su primera actuación en Pirineos Sur fue que las primeras filas de la orilla del pantano estuvieran repletas de un público de todas las edades (muchos de apenas 18 años), aunar a rockeros, poperos y hiphoperos y trascender al legado de sus Violadores del Verso.

Su nuevo disco, “El círculo”, ha significado un despegue hasta alturas estratosféricas, sin renunciar a ninguno de sus principios, ni a su gente ni a su propia leyenda. El intenso show de más de dos horas arrancó al igual que su último trabajo: “Esto no para”, “Yemen”, “Triste” y “Guapo tarde”. Sonaron como auténticos clásicos, con un público rendido a sus rimas y sus movimientos. Cual flautista de Hamelin manejó a las más de 5.000 almas a su antojo, apoyado en todo momento por el buen saber de El Momo al micro y su hermano R de Rumba a los platos. Tampoco se cortó en lanzar un mensaje positivo, de unidad, al grito de paz, para recordar la gente que lo está pasando mal en el mundo.

La primera visita al pasado llegó con “Pura droga sin cortar”, del ya lejano “Vivir para contarlo”. No le importó mirar por el retrovisor en más ocasiones (no le queda nada más que demostrar) y rescató también en la primera parte del concierto “Ninguna chavala tiene dueño”, “Vivir para contarlo”. Pero el hip hop es una comunidad, casi una hermandad y Xhelazz ejerció de invitado estrella en “Billete de ida y vuelta”; y su hermano SHO-HAI, en “Viejos ciegos”.

Antes de los bises llegó uno de los momentos más inspirados de “El circulo”, la lasciva pero elegante “Mitad y mitad” con el que la temperatura del embalse subió unos grados. La catarsis colectiva llegó en la recta final, con la nombrada “Viejos ciegos”, “Repartiendo arte”, “Cantando” y “Ballentines”. Se despidió como es: “un vecino del barrio de la Jota de Zaragoza que se esforzó en ser el mejor en el rap”. Porque “hagas lo que hagas, hazlo bien”. Lo logró. Pirineos Sur lo puede atestiguar, en una edición que se despidió entonando aquello de “Soy de Aragón”.

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