Dentro de la programación relacionada con el “Proyecto de recuperación y puesta en valor del castillo de “Os Muros” en Ayerbe de Zidma llevaron a cabo dos actividades.
El viernes 10 de noviembre en el salón de actos del Ayuntamiento de Ayerbe se ofreció una charla impartida por el arqueólogo director Antonio Alagón con el título “Arqueología km 0”, concepto ideado expresamente para este plan de actuación, con un grupo de voluntarios que ya participaron en las jornadas del pasado año 2022.
En este acto, Antonio informó del actual estado de la intervención y de la planificación del que será el segundo año. Además dio nociones básicas de arqueología y cómo abordar un procedimiento de este tipo tanto en el campo de trabajo como en la relación con la administración y ejemplos a seguir.
Como complemento a esta charla el sábado día 11 se desplazaron a El Burgo de Ebro donde visitaron el yacimiento romano dirigido por Alberto Mayayo que explicó las experiencias de trabajo de este yacimiento, uno de los más importantes de España, que puede ser de gran utilidad para nuestro proyecto ayerbense.
Desde ZIDMA pretenden que la población local, parte importante y activa, se implique en el descubrimiento de nuestra historia y mayor conocimiento de la misma.
UN POCO DE HISTORIA
El castillo fue construido sobre una de las dos colinas que dominan el actual Ayerbe, en la parte más expuesta a los fríos vientos del noroeste. Su función no era por tanto la protección de una eminente villa, como sucedería en la cercana Bolea, sino de un puesto militar adelantado, el situado más al norte de la Marca musulmana, destinado al control de los caminos hacia los Pirineos y de los movimientos de los cristianos que dominaban el portón natural del Gállego en La Peña. En el siglo X los territorios cristianos del norte van pasando de ser meros condados satélites a incipientes reinos o reinos en sentido estricto. Las tierras de los aragoneses están en la órbita de un pujante Reino de Pamplona, cuyos monarcas se esfuerzan por extenderse hacia oriente y occidente. Sin embargo en la Marca Superior de Al-Andalus la amenaza cristiana todavía no se siente como tal y los ataques se limitan a pequeñas razzias que son fácilmente controladas. Articulada y aprovisionada desde Ejea, una red de pequeñas fortalezas moras establecida en los cauces medios de los ríos defenderá las fértiles tierras de Cinco Villas hasta las riberas del Gállego.
Una vez conquistado Ayerbe por Sancho Ramírez, sabemos que fue reforzado y ampliado hasta ocupar un plano irregular de 100 X 40 mts., lo que suponen 4000 m2 de estructuras defensivas y equipamientos diversos que yacen desmochados o enterrados en el interior de su perímetro.
Sobre el otro cerro pervive la ermita de San Miguel, románica en origen y presumiblemente la parroquial del poblado que inicialmente se instalaría junto a la fortaleza cristiana.
En 1360 es adquirido por D. Pedro Jordán de Urríes, a la sazón Mayordomo Real, quien consiguió que se neutralizara la concesión a los ayerbenses y le otorgase el señorío de pleno derecho. Desde entonces gobernarán siempre en la villa los Urríes, acometiendo sucesivas mejoras en la antigua fortaleza.
A principios del s. XVI Hugo de Urríes y Calcena manda construir un monumental palacio renacentista entre la villa y el castro, añadiendo más tarde un convento dominico y una iglesia panteón. Se configura así la nueva plaza Baja en torno a la cual se desarrollará la vida económica y social de sus habitantes. La vieja fortaleza deja de ser residencia oficial de los señores y símbolo de su autoridad, quedando abandonada a su suerte una vez se hallan trasladado los servidores también al palacio. En adelante apenas habrá noticias sobre ella y sus centenarias piedras empezarán a ser reaprovechadas para construcciones más útiles a los tiempos, primero por sus dueños y más tarde por los vecinos, quienes terminarán por echarlas a rodar ladera abajo para recomponer corralizas o levantar nuevas viviendas. El castillo poco a poco quedará reducido a su esqueleto y finalmente engullido por la misma tierra sobre la que se erigió tan airoso.