Aínsa inaugura la sede de la Escuela de Música y Danza José María Campo tras una histórica lucha por el arte en el medio rural sobrarbense

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Alumnado y personal docente de la Escuela de Música y Danza José María Campo de Aínsa han inaugurado oficialmente las recién estrenadas infraestructuras que han supuesto a las arcas municipales una inversión de 410.000 euros. Las once aulas y el despacho de dirección están en uso desde comienzos de año. No obstante ha sido este sábado, a modo de jornada de puertas abiertas, cuando familias, habitantes del entorno y representantes políticos han podido observar una muestra del potencial de las instalaciones disfrutando en vivo y en directo de diversos conciertos ofrecidos por estudiantes y profesores.

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La Escuela se encuentra en la planta superior del Centro Cultural de Aínsa, junto a la biblioteca municipal y el pabellón deportivo de la localidad, formando en su conjunto el epicentro de la vida cultural y de ocio del pueblo. Durante la inauguración la concejala de educación, Carlota Dorado, ha puesto en valor el recorrido de décadas de trabajo que finalmente han desembocado en las aplaudidas aulas insonorizadas para la impartición de una veintena de especialidades.

«Esta historia va de ilusiones, de esfuerzos, de puertas cerradas, de otras que se se han ido abriendo, de persistencia, de sueños. Allá por el año 1982, Felisa García y otros padres y madres, movidos por el interés de sus hijos de aprender a tocar algún instrumento, buscaron a un profesor. El primero fue José Albás, de Aínsa. Más adelante consiguieron algunos instrumentos, profesores titulados, y el número de alumnos fue creciendo», recuerda, pero la escuela nunca tuvo sede fija. «Pasaron por algún aula del instituto, por un cuarto de un hotel de Aínsa, había que adelantar dinero para pagar a los profesores, se hacían rifas para recaudar fondos…», y fueron precisamente Felisa y Marisol Lera las que tomaron la iniciativa de solicitar subvenciones a las diferentes administraciones y de dar los primeros pasos en la antigua casa del médico.

Felisa García también ha intervenido para recordar que «una escuela no sólo es un edificio. Una escuela es, sobre todo, quienes lo hacen posible: alumnado, profesores, familias, ayuntamiento…», y ha nombrado a numerosas personas, entre ellas Maxi Campo, Conrado Betrán, Berta Fernández, Esther Aísa, Jacinto Cónsul, Juan Carlos Cueyo, María Grúas, Luis Carlos Torralba y Javier Badules, con cuyas colaboraciones fue posible el progresivo crecimiento de la escuela. 

A día de hoy el centro cuenta con 219 alumnos procedentes de diferentes puntos de la comarca de Sobrarbe (incluyendo las especialidades de danza), y una docena de profesores. En la tarde del sábado alumnos y alumnas de guitarra, violín, clarinete, saxofón, batería, canto o lenguaje musical han demostrado sus habilidades artísticas, el trabajo en equipo, el entusiasmo de poder contar con un espacio propio y la multitud de funcionalidades que este espacio atesora. La directora de la Escuela, Natalia Martín, ha puesto el acento en el derecho a la educación de la música y de la danza, «sin que vivir en una zona rural y de baja población suponga un perjuicio. Por eso, queremos poner en valor el esfuerzo tan importante que ha hecho el ayuntamiento, así como otras entidades colaboradoras como la comarca y ayuntamientos, por apostar por la educación de la música y de la danza universal y de calidad en Sobrarbe».

Martín ha incidido igualmente en las ventajas que las nuevas instalaciones brindan y de las que ya están sacando provecho. «Hemos ampliado el horario, ya que en el colegio solo podíamos dar clase en horario de tarde. Ahora ofrecemos clases durante todo el día, hemos sumado las especialidades de combo de música moderna y de armonía moderna y estamos pensando en diferentes proyectos a los que ahora, ya sí, podremos dar forma».

Por otro lado, y hasta finales de curso, la Escuela tiene una intensa agenda por delante. Ejemplo de ello la Orquesta Sinergia, una iniciativa por la que escuelas de música de Sobrarbe, Ribagorza y Somontano se juntan para que los alumnos vivan la experiencia de tocar en una orquesta. El 25 de marzo en Graus será el primer encuentro después de tres años sin organizarse a causa de la pandemia. Además, y durante la última semana de marzo, habrá audiciones. Posteriormente promoverán una actividad de ensemble, en la que estudiantes y profesores dedican una jornada completa a la convivencia. Ensayan, comen juntos y después ofrecen al público un pequeño concierto. En definitiva, y en palabras de la propia directora, «la música es una fuerza que anima y compromete».  

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