Benabarre compra el convento de San Pedro mártir

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Después de unas intensas negociaciones, que se han llevado con muchísima discreción para evitar posibles filtraciones que hubieran podido dar al traste con el proyecto, el ayuntamiento de Benabarre ha anunciado la compra a sus propietarias, las monjas dominicas, del monasterio de San Pedro mártir, una enorme edificación en la que, entre otras iniciativas, el consistorio adquiriente prevé adecuar cinco viviendas sociales tras la rehabilitación de otros tantos pisos con que cuenta el recinto conventual.
Unas negociaciones que se iniciaron hace cuatro meses y que desembocaron un mes después en la firma de una opción de compra por parte del ayuntamiento, pero que Alfredo Sancho, el alcalde benabarrense no duda en calificar de «muy complejas» y que se han prolongado hasta el último minuto, literalmente, hasta concluir definitivamente hace unas pocas jornadas con un acuerdo que, además, supone el punto y final a un largo conflicto que ha creado desencuentros y enfrentado judicialmente a la orden con el consistorio por asuntos urbanísticos y de plusvalías.
Tan complejas como las negociaciones es la redacción del acuerdo alcanzado por el que el ayuntamiento adquiere en propiedad las cinco viviendas citadas, pagando por ello a sus anteriores propietarias 300.000 euros, y recibe el recinto monástico y su huerta aneja como una suerte de donación. Sancho advierte no obstante que, con todo lo complejo que ha sido el proceso de negociación, «la complejidad comienza ahora, cuando hay que gestionar un enorme recinto con el presupuesto de un pequeño municipio como el nuestro».
El alcalde recuerda que esos 300.000 euros son fruto de un préstamo «en inmejorables condiciones» al cero por ciento de interés y a devolver en treinta años. Además, el consistorio va a recibir una subvención de 200.000 euros de la DPH al vincular la actuación de recuperación de los cinco pisos en el monasterio al Plan de Vivienda que promueve la entidad supramunicipal con unas inversiones basadas en la concesión de créditos sin interés para los ayuntamientos que lo hayan solicitado. Se pretende con este Plan reactivar la economía local a través de obras para la adecuación de viviendas y ofrecer alquileres asequibles y Benabarre ya había solicitado su inclusión previamente a que surgiera la posibilidad de poder adquirir el convento.
Sobre las comentadas cinco viviendas que alberga el recinto, Sancho entiende que se pueden rehabilitar de una manera «relativamente fácil y rápida» para ponerlas «cuanto antes» a disposición de los demandantes. «Vamos a iniciar la redacción del proyecto de rehabilitación en septiembre y nuestra idea es que las obras de rehabilitación y reacondicionamiento de las viviendas comience en el menor tiempo posible», comenta.
Para más adelante se plantea el consistorio la solución del problema sobre qué hacer con el monasterio propiamente dicho y su zona de huertas y granja aneja que se extiende sobre una superficie inventariada de 5154 metros cuadrados, de los que casi 2000 están ocupados por las construcciones conventuales. El alcalde comenta que hay varias ideas que se están barajando pero que una parte considerable del recinto se dedicará en el futuro a acoger actividades culturales y que también está previsto habilitar un salón de actos municipal a pie llano «que es algo de lo que carecemos en la actualidad en Benabarre».
De más que notables dimensiones, este monasterio de San Pedro se fundó en Benabarre el 29 de junio (festividad del apóstol san Pedro mártir) de 1632, aunque ya en 1604 se había instalado en el solar que ocupa un primer colegio bajo la misma advocación y, al año siguiente, se había edificado una pequeña capilla que luego se integró en la iglesia conventual.
Encajonado entre varias calles de la trama urbana benabarrense, y con una amplia valla que rodea su extensa zona de huerta y granja, es muy poco fotogénico ya que no ofrece perspectivas de su conjunto de forma global y sus paredes a la vía pública son muy sencillas, poco historiadas, y no tienen elementos arquitectónicos que llamen especialmente la atención salvo, quizás, la austera portada de arco de medio punto que da acceso a su iglesia desde la calle. Por otra parte, al tratarse de un convento de religiosas de clausura, estaba cerrado a las personas que no fueran miembros de la comunidad y la veda de acceso ha permanecido una vez que las religiosas lo abandonaron definitivamente en 1998, cuando las por entonces muy escasas residentes en el cenobio benabarrense se trasladaron al monasterio de su misma orden dominica de Alcáñiz. Fue el éxodo definitivo ya que en el transcurso de su historia, unos 360 años, las religiosas tuvieron que abandonar el monasterio en la guerra “dels Segadors”, en la de Sucesión, en la invasión napoleónica y durante la guerra civil española.
La escasa visibilidad del recinto y su vocación oclusiva respecto a la sociedad explica la nula relevancia documental que tiene hasta la fecha este edificio que guarda algunos elementos arquitectónicos de cierto mérito que el ayuntamiento de Benabarre deberá respetar, y potenciar, en las actuaciones que emprenda en el futuro en este complejo de edificaciones que desde ahora forman parte del patrimonio municipal.

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