Caritas Barbastro-Monzón incrementa sus ayudas un 22 por ciento

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En 2020, Cáritas Diocesana Barbastro-Monzón realizó 2.855 llamadas psicosociales y acompañó, desde sus distintos programas, a 7.432 personas. Solo desde el de Acogida y Familias, esa atención llegó a 5.176 personas y se materializó en 6.067 ayudas directas, lo que supone un incremento de algo más del 22 por ciento respecto al 2019. Así lo recoge la Memoria de Actividades que se ha presentado y que recoge cómo el impacto del Covid ha marcado los últimos meses. Desde el inicio del Estado de Alarma, nuestra preocupación ha dar respuesta a la cantidad de demandas que nos llegaban, principalmente de primera necesidad», ha señalado la directora diocesana de Cáritas, Amparo Tierz.


La mayoría de las peticiones recibidas, el 35 por ciento, ha sido ayudas económicas, seguidas de las proporcionadas en especie (31%), seguidas a distancia por las que fueron derivadas a la administración pública, los seguimientos y acompañamientos, y las gestiones y trámites, e materia de salud, educación, empleo… Además, durante el confinamiento se realizaron 690 llamadas de seguimiento a usuarios y se repartieron 116 lotes de alimentos a domicilio. “Cada cristiano es una Cáritas ambulante”, ha afirmado el obispo, Ángel Pérez, subrayando la importancia de la acción caritativa dentro de la Iglesia “que ha multiplicado sus efectivos, yo diría que casi hasta la extenuación”.
«Ha sido emocionante ver la solidaridad de las personas, deseando acompañar y ofreciendo su mano a todo aquel que estuviera solo, a una familia en paro, a un enfermo, a un inmigrante…», ha abundado Tierz. Para ello «nos hemos multiplicado. Nuestro territorio es amplio y hemos llegado, por lo que hay que dar gracias a nuestros técnicos y, por supuesto, a los voluntarios» que son ya más de 400. Un reconocimiento extensivo a las administraciones, con las que han trabajado de forma «coordinada, no solo en lo económico». Cáritas ha abierto nuevos puntos de atención en Zaidín, Tamarite de Litera, Graus y Aínsa.

Más necesidades y nuevos modos de atención
En el Programa de Mujer, la declaración del estado de alarma obligó a paralizar las clases presenciales. Desde entonces, Cáritas se adaptó a las diferentes normativas para velar por la seguridad del alumnado y del equipo. Asimismo, para apoyar a aquellas participantes que estaban pasando una peor situación, se intensificaron los seguimientos telefónicos, con 98 llamadas a usuarias. El teléfono resultó una herramienta vital no solo en este programa. En el de Infancia y Juventud, se realizaron 214 llamadas a familias, además del seguimiento a los menores para hacer las tareas escolares; en el de Prevención de Adicciones, 126 atenciones telefónicas y de contención emocional;184 dentro del Programa de Discapacidad, a cuyos usuarios se envió un programa de actividades online; y 505 llamadas en el Programa de Mayores.


Con todo, las cifras son meros indicadores de lo que el COVID ha causado en nuestra sociedad. La emergencia sanitaria, por ejemplo, ha provocado un retraso curricular importante como consecuencia de la brecha digital que muchas de nuestras familias presentan por su vulnerabilidad. Una situación a la que Cáritas respondió con el seguimiento continuado de los menores y las colonias urbanas en verano para reforzar la educación formal. También se ha actuado frente a la destrucción del empleo: se impartieron 14 formaciones ocupacionales de diferente duración y nivel, y el taller de empleo Surcos II paralizó su actividad solo durante 15 días, pero pronto la recuperaron. La Agencia Barmon y el Centro Insertare han intensificado su labor.
En el Programa de Temporeros, el año pasado se hicieron 18 reuniones de coordinación, 120 visitas a asentamientos y 458 llamadas de seguimiento. La pandemia aconsejó adelantar la visita de asentamientos al mes de marzo y al trabajo habitual se añadieron tareas para prevenir el coronavirus, a través de la toma de temperatura, reparto de geles hidroalcohólicos y productos de aseo personal y limpieza. Fruto de este trabajo, se pudo alertar el 11 de julio a las autoridades sanitarias de un posible brote en Albalate de Cinca, que acabó confirmando 29 positivos.

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