Consuelo y energía sanadora de las manos

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Liberar las manos de la locomoción supuso para los hominidos prehumanos el comienzo de una evolución exponencial que les alejó del resto de animales de su especie que no adoptaron la postura bípeda de manera continua, hasta tal punto ha sido así que en el último millón de años ha logrado ejercer un dominio absoluto sobre el resto de especies hasta someterlas, e incluso extinguir a muchas de ellas por completo.

Con las manos libres el homo sapiens ha logrado manipular el mundo, controlar el fuego, desarrollar la cultura humana con el lenguaje incluido, hasta convertir las manos en creadoras de arte y belleza. Los terminales nerviosos en las manos se han multiplicado por millones, de manera que su sensibilidad no ha hecho más que aumentar y desarrollarse de generación en generación.

Las manos manipulan pero también ayudan, crean, protegen, acarician y consuelan. No por casualidad todos los seres humanos en cuanto nos hacemos daño en alguna parte del cuerpo llevamos a ese lugar de inmediato las manos, al parecer sentimos al instante  un consuelo muy eficaz, pues todos los niños, adultos y ancianos de homo sapiens lo hacen de manera instintiva.

Para sentir las manos es suficiente con ponerlas con las palmas mirando al cielo con los brazos semiflexionados. Hay que centrar la atención en las manos y para concentrarse mejor se pueden cerrar los ojos, tratando de sentir la presencia de las manos, su calor, su textura, su volumen, su densidad percibiénlas con mayor claridad, cada vez más y más, incluso hasta percibir los latidos del corazón en las yemas de los dedos.

Para sentir su energía basta con poner las palmas de las manos frente a frente acercándolas muy lentamente sin que lleguen a tocarse hasta sentir la presencia de una mano frente a la otra, percibiendo cada mano la cercanía de la otra. Cuando se perciba esa presencia en forma de calor, cosquilleos, escalofríos o cualquier otra manifestación estarán dispuestas para consolar y sanar.

Se puede empezar por depositar las manos suavemente, sin presionar, dejándolas posar como una pluma o una hoja que cae al suelo en otoño sobre una zona del cuerpo que se sienta congestionada, dañada o dolorida.

Cuando aparezca cualquier pensamiento, por bonito y positivo que sea, conviene tratar de dejarlo pasar con cada exhalación como si no tuviera nada que ver con uno. En ese momento tan solo hay que prestar atención a las sensaciones que reciben las manos de una determinada zona del cuerpo, y a su vez, las sensaciones que transmiten las manos sobre esa zona. Ese intercambio de energía puede percibirse con claridad, y si se presta atención, la persona experimenta de inmediato consuelo y compañía.

Las manos pueden colocarse en cualquier zona del cuerpo, preferible hacerlo de modo que la zona dañada quede acogida entre ambas manos, pero de no ser posible, también de cualquier otro modo tiene efectos benefactores para la persona que experimente este sencillo ejercicio, barato, eficaz y sostenible.

Puede probarse con un dolor de muelas, una garganta irritada, una tos persistente o simplemente para restañar el intenso dolor producido por un golpe fortuito. Tan solo se necesita probar y sentir los efectos de la energía sanadora de las propias manos para repetirlo cuantas veces se necesite o simplemente se desee experimentar tan dulce y bondadosa compañía.

www.ejercicioybienestar.org

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