Si sostenible es aquello que se sostiene por sí mismo, que se mantiene firme, en equilibrio constante, y cuidar de sí mismo es una responsabilidad de cada persona para lograr sentirse bien en sí y poder gozar en plenitud de la vida en cualquier circunstancia de su realidad cotidiana, cabe deducir que los cuidados sostenibles resultan necesarios para que las personas sean autónomas, equilibradas y felices a lo largo de toda su existencia.
Se necesita en primera instancia comer, dormir y ejercitarse, como triada básica para sobrevivir en condiciones, pero si lo que se pretende es vivir en bienestar de manera constante y prolongada, tanto la alimentación, como el descanso y el ejercicio tienen que ser sostenibles.
Los cuidados sostenibles tienen en cuenta en todo momento este rasgo fundamental. Ya no es el gusto el indicador de un cuidado sostenible, pues existen múltiples gustos tóxicos, sino la sostenibilidad de la vida, las consecuencias bondadosas y positivas de este proceder.
Cabe tener en cuenta que la experiencia diaria muestra con claridad qué alimentos sientan bien y aquellos que, aunque gusten, se digieren mucho peor, si se duerme y descansa de manera confortable de modo que al despertarse la persona se encuentra alegre, despejada y vital, así mismo, qué prácticas motrices sientan bien y cuáles, aunque resulten divertidas y gusten mucho, generan excesivo cansancio y quebrantos poco gratos como lesiones, accidentes o variadas dolencias.
En relación al entrenamiento diario para lograrlo hay que empezar por asumir que resulta necesario llevar a cabo una práctica motriz adaptada a la edad y características personales como una parte sustancial de la vida cotidiana, pero no como un hábito más, sino como una práctica motriz consciente, sostenible, sintiéndose en plenitud.
Es preciso tener en cuenta que cada practicante requiere llevar a cabo un proceso personalizado, pues no existen las recetas universales, los ejercicios, estiramientos y posturas adecuadas o inadecuadas, sino las respuestas ajustadas a las necesidades de cada persona, generadas por la propia idiosincrasia personal, por el carácter, por la morfología o por la propia biografía, la historia de cada cual.
Además, cuidarse puede constituir una fuente incesante de gozo y placer, no se trata de llevar a cabo un esfuerzo desmesurado de disciplina, sino de buscar y encontrar el punto de satisfacción personal en todo momento y circunstancia.
¿Cómo lograrlo? Esta es una cuestión crucial. Se trata de vivir el presente cuando se está cuidando de sí, dejando pasar los pensamientos, por bellos y bonitos que resulten, para quedarse con las sensaciones, con la información que reportan los sentidos, sin juzgar, tan solo aceptar lo que se presenta y gozarlo. Si no resulta grato, modificando ligeramente lo que se hace para que la molestia se transforme en placer.
Las personas necesitan experimentar que una ejercitación adecuada a sus características, realizada diariamente con plena conciencia, no de modo mecánico y estandarizado como se aprenden machaconamente algunas habilidades deportivas, la vida puede discurrir con armonía, equilibrio y salud.
Si los cuidados personales resultan necesarios, cuando los cuidados son sostenibles se convierten en un acto de generosidad y responsabilidad con la sociedad, con todo el género humano y con la comunidad de la vida, dado que mientras se esté viviendo en bienestar sintiéndose bien cuidado se está en condiciones de poder ayudar a los demás con plena autonomía y libertad, sin hipotecas y refuerzos ajenos, contribuyendo a que la vida sobre el planeta sea sostenible y cada día mejor.
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