Graus conmemora el aniversario de la muerte del primer rey de Aragón

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Ni siquiera la situación excepcional de confinamiento en que nos encontramos por la pandemia del coronavirus ha impedido que la grausina Asociación Ramiro I recuerde que este próximo viernes 8 de mayo se conmemora el aniversario de la Batalla de Graus en la que perdió la vida el primer rey de Aragón, del que toma el nombre esta activa entidad cultural.
Su presidente, Angel Aventín, ha hecho público un llamamiento sobre la efeméride y, a falta de poder realizarse un homenaje público dadas las circunstancias –que pospone para cuando se den las circunstancias apropiadas-, ha remitido a sus convecinos un escrito relatando los sucesos que rodearon la muerte en combate del monarca.
« Este año se conmemora el 957 aniversario de la Batalla de Graus, donde un jueves 8 de mayo de 1063, murió el primer rey de Aragón», afirma concluyente Aventín, tomando partido en la controversia histórica sobre el año exacto de la batalla grausina. Se basa para esta afirmación en los escritos del historiador árabe al Turtushi –llamado así por ser natural de Tortosa- «que era coetáneo de Ramiro I.
Siguiendo su crónica, Aventín recuerda que «decidido Ramiro I a tomar el Castillo de Graus, se reunió en el castillo de Pano con sus señores más influyentes del reino y su yerno el conde Ermengol III de Urgel con un gran ejercito». Abu Bakr al Turtushi cuenta que llegaron frente al castillo grausino, atacaron e hicieron retroceder al ejército musulmán hasta sus almenas, quedando acampados los aragoneses en el conocido como Campo de Zapata para así atacar al día siguiente.
El cronista refiere cómo en ese mismo día llegaron al castillo, para defender la fortaleza, el rey moro de Zaragoza Al-Muqtadir Billah y el rey de Castilla Sancho II acompañado por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Pero antes de que se iniciara la batalla, al Turtushi señala que el moro Sadadah -como vivía en la frontera, iba vestido como los cristianos de su vecindad y tenía mucha relación con ellos, aventajaba a todos los demás guerreros en conocimientos militares y hablaba bien su lengua- camuflado como un cristiano pudo infiltrarse en el ejército y acercarse a un Ramiro que, bien equipado de los pies a la cabeza, con su armadura, solo dejaba los ojos sin defensa.
«El cronista narra como Sadadah, esperó la ocasión para atacarle, cuando se encontró frente al rey se abalanzó hacia el y le clavo su lanza en un ojo, Ramiro cayó de bruces al suelo y Sadadah comenzó a gritar ¡el rey ha muerto!, ¡el rey ha muerto!; el rumor de la muerte de Ramiro se difundió entre los soldados y estos se dieron a la fuga y se dispersaron», comenta Aventín recordando que, con el magnicidio, «la victoria sonrió a los jóvenes Castellanos Sancho II y Rodrigo Díaz de Vivar, que fueron invitados por las autoridades agarenas a descansar unos días en el interior de la fortaleza; era la primera vez que el Cid conocía la forma de vida de los musulmanes y parece ser que se quedo prendado de ella».
Sobre el cronista que relata estos hechos, Aventín apunta que fue teólogo, poeta y filósofo y «uno de los máximos representantes de la grandiosa cultura existente en la Cataluña bajo el dominio sarraceno». Exégeta del Corán, estudió poesía, gramática árabe, derecho musulmán, jurídico y cálculo, de muy joven marchó a estudiar a Zaragoza, donde el gran maestro Abulgualid el Betxí le enseñó las cuestiones de controversia, la ciencia de partición de herencias y matemáticas, obteniendo el título de licenciado en estas materias. Luego estudió Humanidades en la ciudad de Sevilla. Más tarde se estableció en la ciudad de Damasco, dedicándose a enseñar. Los últimos años de su vida los pasó en Alejandría, donde tuvo discípulos de todo el mundo entonces conocido.

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