La carnicería más antigua de Aragón se adapta al siglo XXI

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En la divertida película “Atrapado en el tiempo” Bill Murray, su protagonista, repetía una y mil veces idéntico despertar y siempre amanecía en el mismo día al estar maldito por sus actos. Una situación, sin maldiciones de por medio, que bien pudiera vivir un grausino del siglo XV que despertara de improviso en pleno siglo XXI en la Plaza Mayor de la localidad y dirigiera su vista al establecimiento de la carnicería Maella: vería el mismo despacho de carne, en idéntico emplazamiento como si el tiempo no hubiera transcurrido más allá de los necesarios cambios y usos para adecuarse a los nuevos tiempos.

Y es que la carnicería de Maella, que como queda dicho abre sus puertas en la monumental Plaza Mayor grausina, bien puede ser considerada como el despacho de productos cárnicos más antiguo de cuantos se conservan en Aragón. El historiador local Justo Broto ha encontrado documentación que atestigua que el mismo local en el que se ubica ahora el establecimiento ha estado ocupado, al menos, desde comienzos del siglo XV por negocios siempre vinculados al sector cárnico.

«San Vicente Ferrer bien pudo pasar por la puerta de esta tienda y ver un establecimiento que vendía carne en 1415, cuando estuvo en Graus camino a Francia y predicó ante los habitantes de la villa», explica Justo Broto quien ha analizado diferente documentación de la época que certifica la pervivencia de la actual casa Maella a lo largo del tiempo. No siempre en manos de la misma familia, ya que han sido varios los propietarios y sagas de comerciantes que se han ido sucediendo en su gerencia, pero sí como despacho de carne en una singular vinculación entre espacio físico y destino comercial.

Eso sí, sufriendo repetidas reformas para adecuarse a los respectivos tiempos y usos comerciales. La última; la que está teniendo lugar estos días en el que los actuales propietarios, la familia Buetas, han emprendido una rehabilitación integral del espacio empezando por las cámaras frigoríficas para mejorar su eficacia y siguiendo por la propia tienda para optimizar su espacio en unos trabajos que se van a prolongar durante prácticamente un mes.

«El albañil que está haciendo ahora la obra es hijo del que realizó la anterior reforma, hace ahora medio siglo», comenta Carlos Buetas, portavoz de esta empresa que forma parte de la Asociación de Fabricantes de Longaniza de Graus. Mientras las obras siguen su curso, la firma ha trasladado la carnicería al antiguo obrador situado en la contigua Calle del Horno.

Sobre la pervivencia de este establecimiento a lo largo de los siglos, Broto apunta que hay que tener en cuenta que la actual Plaza Mayor de Graus es la antigua Plaza del Mercado o Mercadal, función que todavía conserva todos los lunes del año y durante las grandes ferias locales, y que consta que el recinto se había cerrado ya a principios del siglo XIII. Señala también que la villa ribagorzana fue edificándose a lo largo de la Edad Media estructurada en torno a una calle única entre las actuales plazas de Fantón y Mayor «con algunos pequeños callizos, posibles restos de un Graus anterior, incluso, a la dominación musulmana».

En este desarrollo urbano, la Calle Mayor primero y, posteriormente, la contigua Plaza Mayor se convierten en las vías comerciales de un lugar que se va consolidando como centro de servicios de una importante y extensa comarca. «Esa prevalencia comercial de ambas calles se mantiene hasta bien entrado el siglo XX y genera la progresiva instalación de locales y comercios permanentes que todavía puede verse en la actualidad con los últimos establecimientos existentes y en los que han ido cerrando sus puertas» apunta Broto.

Tiendas de paños y confección, de alimentación, zapaterías, alpargaterías, pastelerías, boterías, despachos de vino y otros variados establecimientos tienen una acreditada antigüedad y se han sucedido en este entorno en los últimos siglos. «Cabe suponer que algunos de ellos han mantenido durante mucho tiempo su vinculación con un gremio determinado, pero lo que sí podemos certificar con casi total seguridad es que en la actual casa Maella ya se servía carne en 1415 y, posiblemente, bastante antes», sostiene el estudioso.

En esa fecha concreta se hace en Graus un censo de las casas existentes para avalar una «brutal» deuda municipal y en él queda reflejado que el bayle Fernando de Mur vive colindante con la carnicería de la plaza. «El documento utiliza unas descripciones que eran fácilmente reconocibles por los grausinos de la época y que, seiscientos años después, nos aportan muy interesantes pistas para recrear el urbanismo de la época; por ejemplo, sabemos que muy cerca de la casa del bayle existía un matadero público con un espacio descubierto para hacer la matanza que debía ser el que surtía de carne al establecimiento que ha pervivido a lo largo de los siglos», explica Broto.

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