En la provincia de Huesca, la Política Agraria Común (PAC) continúa desempeñando un papel esencial en la economía rural. Lejos de los focos mediáticos, estas ayudas europeas sostienen año tras año a miles de agricultores y ganaderos que mantienen vivas las explotaciones familiares, modernizan sus instalaciones o apuestan por formas de producción más sostenibles.
En 2024, un total de 10.191 agricultores y ganaderos de Huesca solicitaron ayudas de la PAC, una cifra que representa casi un tercio del total aragonés. Las ayudas se canalizaron a través de dos grandes fondos: el FEAGA, que respalda fundamentalmente la renta de los profesionales del campo, y el Feader, más centrado en inversiones e innovación rural.
La provincia recibió en el último ejercicio 193,5 millones de euros en ayudas directas —es decir, aquellas que se perciben sin necesidad de realizar inversiones— y 33 millones en ayudas a la inversión. Aunque la cifra global se mantiene estable desde 2020, lo interesante está en los detalles: ¿en qué se invierte exactamente ese dinero?
La respuesta revela una foto compleja y, en cierto modo, esperanzadora. La modernización de explotaciones y la incorporación de jóvenes agricultores supusieron más de 6 millones de euros, lo que indica una apuesta por el relevo generacional, aunque aún tímida si se compara con otros ámbitos. Las infraestructuras rurales, desde caminos hasta sistemas de riego, se llevaron la mayor tajada: 7,9 millones de euros en 2024. Le siguen de cerca las inversiones en agroindustria, con 6,7 millones.
Curiosamente, los programas Leader, gestionados desde el territorio por Grupos de Acción Local, recibieron solo el 7,6% del total destinado a inversiones. La innovación, ese gran reto del campo, apenas alcanzó un 2,8%, aunque su crecimiento respecto al año anterior es un buen síntoma.
¿Y qué hay del futuro? Las cifras apuntan a una ligera tendencia al alza en las ayudas a la inversión, pasando de 27 millones en 2020 a 33 millones en 2024, pero que apenas sirve para compensar el auge de los costes de producción. Esto plantea dudas alrededor de la viabilidad actual de una explotación agraria, como ya hemos visto en las protestas del campo desde hace un año. Desde luego la PAC constituye una herramienta imprescindible para mantener vivo el medio rural en Europa, pero precisamente por eso cada vez más voces invitan a revisar su gestión para adaptarse mejor a la realidad de hoy en día.