Los escolares grausinos reviven la magia del papelón

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Los cuarenta y dos escolares de la Escuela Infantil “Ninins” y los 300 del Grupo Escolar Joaquín Costa de Graus han recuperado y disfrutado este martes de la magia del Papelón, el simbólico regalo de dulces y chucherías envuelto en un gran papel blanco que certifica el fin del curso lectivo y el comienzo de las vacaciones de verano.

Es una de las tradiciones más queridas por los grausinos y de las que se recuerdan con más añoranza conforme se van cumpliendo años y perdiendo la inocencia de la infancia. La entrega –por parte de las autoridades municipales, lo que da una mayor prestancia al acto- del voluminoso Papelón repleto de golosinas supone para los escolares la confirmación del final del curso que llega con una ceremonia única y específica de la villa ribagorzana que ha ilusionado a generaciones y generaciones de sus habitantes.

Con la entrega de este Papelón, la sociedad grausina quiere reconocer a sus vecinos más jóvenes los esfuerzos que han realizado durante todo el año y la constancia en los estudios. El acto sirve también para despedir a los alumnos de sexto antes de su ingreso en el Instituto de Enseñanza Secundaria que, en los últimos años, organizan una colorista fiesta con actuaciones y emotivos discursos antes de recibir su último “Papelón” y decir así adiós a la niñez.

Los orígenes de la entrega de este singular Papelón, que es una costumbre típicamente grausina que no tiene equivalencia en otras localidades aragonesas, se remontan a la década de los años treinta del pasado siglo cuando una familia de la localidad entregó un dinero para promocionar esta especial conmemoración. Con los años se crearía una fundación con idéntico propósito hasta que, agotada la dotación económica original, ya fue el ayuntamiento quien asumió el pago de este curioso presente que conserva una enorme capacidad para seguir ilusionando a los más pequeños y para despertar los mecanismos de la evocación entre los grausinos más mayores cuando ven a los escolares con su papelón a cuestas.

Y aunque su valor intangible -por lo que tiene de ilusión- es incalculable, materialmente los papelones cuestan unos 6 euros que salen –gozosamente, apuntan los responsables municipales- de las arcas del consistorio.

Tras la guerra civil, en las décadas de los cuarenta, los cincuenta y los sesenta, las pastas y dulces que encerraba el envoltorio suponían un gran regalo para los más pequeños por la escasa disponibilidad que había de ellos en la España de entonces. Luego, los dulces han sido ya habituales en las dietas españolas, pero, aún así, el papelón sigue manteniendo su aura mágica entre los grausinos más jóvenes que hacen de este día una de las jornadas más inolvidables de toda su etapa escolar.

 

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