COLABORACIÓN || Asun Porta
La relación entre una madre y sus hijos genera el más fuerte de los vínculos entre humanos; desconozco si hay un estudio que demuestre tal afirmación pero por propia experiencia y por lo compartido con otras madres, lo puedo corroborar sin miedo a equivocarme.
Fui madre en la década de los ochenta. En aquellos años pocas mujeres dudaban que dos de sus metas —aunque no las únicas—, eran casarse y tener hijos y además, a ser posible, en ese orden. Desde entonces, y sólo en referencia a nuestro «primer mundo» —que ya se merece las comillas porque empieza a desdibujarse—, el binomio mujer-madre ha cambiado mucho. Las mujeres hoy en día, casi siempre, eligen ser madres o no, con pareja o sin ella, pueden programarlo, planificarlo, incluso pueden tener un hijo en un vientre distinto al propio. Apenas existe esa idea romántica de que ser madre es lo más bonito del mundo quizás porque el mundo muestra una cara poco bonita. Creo que hoy en día se tiene un enfoque más realista sobre lo que supone ser madre; es una decisión más meditada que se ajusta a las circunstancias y forma de pensar de cada una, aunque a veces esas circunstancias no sean las deseadas. Y no es fácil llevarlo a cabo en una sociedad que, por una parte, exige ser perfecta en todos los ámbitos de la vida como mujer y, por otra, no facilita los medios necesarios para traer una nueva vida al mundo como, por ejemplo, un mejor acceso a la vivienda, una sanidad y educación públicas de calidad con garantía de igualdad de oportunidades, etc.
Pero hay otros mundos dentro y fuera del nuestro. La neurociencia afirma que ya no tenemos cinco sentidos sino siete, que uno de los más importantes está en nuestros órganos internos, será por eso que mi interior se revuelve cuando pienso en esas madres a las que matan a sus hijos en las guerras, madres de soldados que van al frente a matar a otros hijos de otras madres, madres que despiden a sus hijos que huyen buscando un futuro y que nunca sabrán si han acabado en el fondo del mar; y mi estado emocional se entristece cuando pienso en esas madres que no pueden dar de comer a sus hijos o procurarles un techo seguro, madres a las que un accidente o una enfermedad se los ha llevado alterando el orden que sentimos por puro instinto, madres que se sienten impotentes por no llegar…, madres que…
Una sociedad que cuida, protege y comprende a las madres y a sus hijos garantiza un futuro mejor para todos.