EL DESEO

Es el segundo día del año. Te despiertas pronto, muy pronto, exactamente igual que los meses anteriores. Dormir no entra en tus planes últimamente. Enciendes la radio y procuras conectar con el mundo que te rodea. Preparas el café y te dispones a tostar el pan de ayer. Es un día más. Repites las rutinas de forma casi automática. Sin embargo, cierto cosquilleo se cuela por tus entrañas. Este año no te lo esperabas. Te creías inmune por fin. “La edad termina por aplacar toda pasión –te decías- al final la serenidad se apodera de uno”.

 Pensabas que la vida sería lineal a partir de entonces y estabas dispuesto a conformarte. Aprender a disfrutar de la quietud, dejando atrás emociones capaces de ¿hacerte sentir de nuevo? “A las personas no nos conviene tanto sobresalto” –te repetías, tratando de convencerte. Y sin embargo, ahí está de nuevo. No puedes evitar sentir cierto nerviosismo. Por ese nuevo trabajo. Por esa nueva persona. Quién sabe si por ese nuevo curso de cocina o por esa pequeña reforma en casa. Es un día más. Un día al que le seguirán otros trescientos sesenta y tantos. Y sabes que, al final, todo depende de ti. Está en tus manos convertirlos en algo que valga la pena. Ha vuelto el cosquilleo. Apagas la radio y te quedas en silencio. Le das un sorbo al café. Sonríes.


“Hay que pensar más en lo que queremos ser, y menos en lo que queremos tener”. 
Victor Küppers.

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