La festividad de la Virgen de Torreciudad se celebra el domingo posterior a la Asunción de la Virgen. Ese día revive una de sus tradiciones más entrañables: el pesaje y presentación de niños nacidos en el último año. En esta ocasión participaron familias de las cercanas poblaciones de Barbastro, Monzón, Artasona, Ubiergo, Almudévar y El Tormillo. También acudieron veraneantes en la zona procedentes de otras ciudades. En total 26 bebés, 14 niños y 12 niñas, con edades que empezaban en los 21 días de vida de la madrileña Belén.
El rector del santuario ribagorzano, monseñor Javier Cremades, celebró la misa con la que daban comienzo los actos y en la que cantó la Coral Montisonense. En la homilía Cremades subrayó el carácter festivo y tradicional del evento: “Esta Madre guapa de Torreciudad recibe desde hace nueve siglos el cariño y la devoción de los vecinos de la zona. Como vosotros hoy, han ofrecido a la Virgen el regalo de Dios que supone la llegada de un hijo. Y Ella siempre da más y nos ayuda a revolucionar el mundo haciendo el bien”, señaló. También recordó la peregrinación de los padres de san Josemaría Escrivá a la antigua ermita en acción de gracias por la curación de su hijo.
Al término de la eucaristía las familias asistentes caminaron en procesión rezando el Rosario hasta la antigua ermita por el sendero de los Dolores y Gozos de San José. Llevaban la imagen peregrina de la Virgen de Torreciudad, copia exacta de la original, adornada con flores y colocada sobre unas andas de madera. Pudieron verse algunos vistosos trajes regionales aragoneses. Al llegar tuvo lugar el tradicional Canto de los Gozos de la Virgen de Torreciudad y una ofrenda de productos de la tierra.
Después, y según indica la costumbre, el rector fue introduciendo a los bebés en una canasta de mimbre colocada en uno de los brazos de la antigua balanza, forjada en hierro y puesta bajo uno de los arcos del porche para la ocasión. Los padres hacían el ofrecimiento de la niña o el niño a la Virgen e igualaban el peso de la criatura poniendo productos de sus lugares de origen.
Este año la antigua balanza pesó varios jamones, arroz, alubias, melones, aceite y vino, legumbres y diversos productos de las huertas aragonesas y catalanas. Estos alimentos se distribuyen entre familias necesitadas de la zona en colaboración con Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón. Los actos terminaron con el popular reparto de “La Caridad”, piezas de torta elaborada en el horno de Secastilla (municipio al que pertenece el santuario) y vino ofrecido por Bodegas Obergo y un vinicultor de Capella servido en porrones.