Quejas en Benabarre por la actitud incívica de unos jóvenes

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El Ayuntamiento de Benabarre ha hecho público que varios vecinos de la localidad se han quejado y denunciado la presencia de grupos de niños y jóvenes que se juntan en distintas zonas del pueblo para escuchar música, jugar o beber haciendo gala de comportamientos vandálicos al no respetar horarios y niveles de ruido permitido, causando daños al material urbano y dejando in situ y desperdigados los residuos generados en estos encuentros.
Según denuncia el consistorio, las zonas preferidas para estas “tenidas” suelen ser el parque infantil situado detrás de la iglesia parroquial, el entorno del castillo, la parte trasera del pabellón polideportivo o el anfiteatro del pueblo –pese a estar cerrado debido a la pandemia-, «algo que en principio, y salvo los sitios cerrados, no supondría mayor problema si no fuera por el nivel de ruido que genera la música elevada y los gritos y el horario hasta el que se prolongan determinados encuentros».
Sin ir más lejos, este pasado domingo, uno de estos encuentros se prolongó hasta pasadas las 2,30 de la madrugada, algo que no podrá a producirse en las próximas fechas habida cuenta de las limitaciones de horarios establecidas por el Gobierno de Aragón para luchar contra la pandemia. «Cabe recordar –señalan desde el Ayuntamiento benabarrense- que los parques infantiles son zonas habilitadas para los más pequeños y que en estas reuniones están sufriendo el maltrato del mobiliario por usos inadecuados de personas de más edad, a lo que se añade el depósito de basuras sin recoger en los distintos escenarios de los encuentros, especialmente grave en las zonas infantiles por una preocupante aparición puntual de cristales de botellas rotas».
El alcalde benabarrense, Alfredo Sancho, reconoce que, más que un problema de botellón, la mayor parte de los protagonistas son adolescentes de entre 13 y 15 años que ni siquiera consumen bebidas alcohólicas sino que, al no tener lugares de reunión por el cierre de espacios públicos y privados, se juntan «con las hormona revueltas». «Hay, sobre todo, un problema de ruido y jaleo porque ponen la música muy alta y se eleva el tono de los voces en estos encuentro que tienen lugar en pleno casco urbano y se prolongan hasta bien avanzada la madrugada, lo que ha provocado la queja de muchos vecinos que no pueden dormir por lo que hemos tenido que dar un toque de atención ya que no contamos con policía local ni con guardia civil que en un momento determinado podrían poner parara estas reuniones», apunta Sancho.

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