Enrique Subías es un joven estudiante de ingeniería informática que reside en la localidad ribagorzana de Campo y que ha puesto sus conocimientos y material al servicio de sus conciudadanos, entre los que ha repartido ya casi un centenar de pantallas faciales impresas en 3D que elabora en su casa en estos días de confinamiento. Además, está gestionando la llegada de mascarillas sanitarias de tres capas que consigue a través de sus contactos y de las que ya ha entregado a las autoridades del pueblo unas 300 unidades.
«Ahora estamos a la espera de que nos llegue desde China un nuevo pedido de 1200 mascarillas que deberían estar aquí a finales de la semana o principios de la próxima», comenta Enrique explicando que esta gestión la está realizando con un contacto que tiene en el país asiático con el que ya había trabajado con anterioridad. «Para facilitar la llegada del material, hemos comprobado que lo mejor es que el envío lo gestiones y haga el contacto chino y aquí paguemos los costes de aduana», señala.
Paralelamente, desde hace varios días se encuentra inmerso en la fabricación casera de pantallas faciales imprimidas en 3D. «Me enteré de que había gente que había empezado a trabajar en este campo con sus impresoras y me sumé a la iniciativa con un diseño sacado de Internet», recuerda este futuro ingeniero de 19 años.
Pocos días antes del confinamiento generalizado había recibido en casa una impresora nueva -«y la acaba de montar»- y con ella empezó a fabricar las pantallas en 3D. Pero, ante la necesidad de contar con cuantas más mejor, reparó una anterior impresora que tenía medio estropeada y ha multiplicado en los últimos días su producción. «Ahora estoy sacando 16 pantallas al día», recuerda un Subías que ha repartido estas pantallas en las Residencias de la Tercera Edad de Campoy Graus y en los comercios de su localidad natal y que las ofrece a las entidades del resto de la comarca que las necesiten.
Estas pantallas consisten en una pieza de plástico en la que se inserta una lámina de plástico transparente semirrígido y que cuenta con una goma para ajustarla a la cabeza del portador. «Es un diseño bastante simple, pero había que contar con el material para poder fabricarlas, algo que por suerte yo tenía», sostiene Subías confesando que haber recibido «un montón de apoyo» a esta iniciativa «que me ayuda a seguir con ella» y que se ofrece a tutelar a otras personas con impresoras 3D explicándoles las técnicas y trucos para agilizar la producción de nuevas pantallas. «En todo caso –apunta- en casa vamos a seguir fabricando pantallas mientras podamos porque sabemos que hay gente que lo necesita».
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