Una gran exposición recorre la historia de Cerler

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Organizada por la Asociación de Vecinos y Amigos de Cerler “Pico Sarllé”, este domingo se inaugurará en los locales de la Borda Jaime de la localidad una magna exposición que, bajo el título “Cerler: Una historia que contar”, ofrece una pormenorizada información gráfica y documental, complementada con numerosos objetos de todo tipo, sobre la población desde el siglo XI hasta la actualidad que estará abierta durante todo este mes de agosto.
Preparada con el apoyo del Ayuntamiento de Benasque y de la Comarca de La Ribagorza, la muestra trasciende de su objetivo primero, que era el de rendir un homenaje a los cincuenta años de historia de la estación de esquí de Cerler que se cumplen este 2021, para convertirse en una apabullante muestra que propone un muy interesante recorrido sobre la localidad y sus gentes a lo largo de los últimos mil años.
El integrante de la Asociación “Pico Sarllé”, José Laguna, reconoce que el objetivo inicial cuando se empezó a preparar esta exposición era el de rendir un homenaje y recordar a residentes y visitantes el medio siglo de funcionamiento de una estación de esquí cuya apertura tuvo desde el primer momento una enorme influencia sobre la vida de la zona, «empezando por el mismo Cerler pueblo que se encontraba en ese momento en un serio proceso de despoblación que se consiguió parar y revertir y siguiendo por el resto del Valle de Benasque porque a nadie se le escapa la importancia que ha tenido y sigue teniendo la estación en el cambio económico y social de un territorio que ha pasado en este medio siglo de tener una economía fundamentalmente ganadera a otra centrada en la promoción turística y los servicios».
No obstante, el apoyo y colaboración de numerosas personas en el proceso de recopilación de material expositivo superó las expectativas y aconsejó a los promotores ampliar el alcance de la muestra. Así lo confirma Laguna reconociendo que en estos últimos meses se vieron «abrumados» por la generosidad de los donantes de material y que «fueron surgiendo muchas más cosas con las donaciones recibidas que nos empujaron a ser más ambiciosos en la muestra». El resultado final es una amplia panorámica de la historia de Cerler con la exposición de abundantes documentos, docutextos, archivos gráficos y objetos diversos, entre los que no pueden faltar los relacionados con el mundo del esquí pero también otros varios de tipo etnológico e histórico.
«Obviamente, la estación de esquí tiene un notable protagonismo por todo lo que ha supuesto y sigue suponiendo para nuestro pueblo y toda la comarca, pero la exposición también hace referencia explícita a otras infraestructuras y proyectos empresariales que fueron claves en nuestra historia», comenta Laguna haciendo especial incidencia en la construcción de la carretera de acceso al núcleo «que se concluyó en 1969», la mina de pirita que se explotó aquí durante muchos años, la central eléctrica o el molino «que contribuyeron también enormemente al proceso de modernización de Cerler».
Laguna recomienda la visita a la muestra en este mes de agosto, -«es muy curiosa y merece mucho la pena verla»-, y apunta que es previsible que en el futuro se pueda disfrutar en otras localidades ribagorzanas. También se muestra «muy satisfecho» con el material recopilado «muy abundante e interesantísimo», que puede ser el germen de un posterior archivo permanente sobre la vida de Cerler y que está convencido de que va a servir de punto de partida para numerosos estudios e investigaciones sobre la localidad.

La importancia de la estación de esquí en la historia de Cerler
Independientemente de la voluntad de ofrecer con esta muestra un amplio fresco de la historia del pueblo, lo que queda muy patente en ella es la indiscutible importancia de la apertura de una estación de esquí que abría aquí sus instalaciones en 1971 después de varios años de estudios y proyectos. Era un 26 de diciembre y se iniciaba así una profunda revolución económica y social que ha cambiado definitivamente la vida del Valle de Benasque.
«Indiscutiblemente, la apertura de la estación supuso un antes y un después para Cerler y para todo el Valle», reconoce Laguna. Como portavoz de esta entidad surgida en 2019 y que cuenta con unos 800 asociados, recuerda que la apertura de la estación tuvo desde el primer momento una enorme influencia sobre la vida de la zona, «empezando –subraya- por el mismo Cerler pueblo que se encontraba en ese momento en un serio proceso de despoblación que se consiguió parar y revertir y siguiendo por el resto del Valle de Benasque porque a nadie se le escapa la importancia que ha tenido y sigue teniendo la estación en el cambio económico y social de un territorio que ha pasado en este medio siglo de tener una economía fundamentalmente ganadera a otra centrada en la promoción turística y los servicios»
En la actualidad, Cerler cuenta con 300 residentes permanentes, que se multiplican exponencialmente durante las temporadas turísticas invernal y veraniega, y forma parte del municipio de Benasque que, de contar con menos de 1000 habitantes censados a comienzos de la década de los setenta, sobrepasa los 2000 en la actualidad y se ha convertido en punto de destino habitual de decenas de miles de visitantes. Y el efecto se ha extendido al resto de municipios de la zona, con incrementos de población en prácticamente todos ellos desde que echara a andar la estación de esquí.
El proyecto de la apertura de esta estación arranca en 1966, cuando unos empresarios catalanes vinculados a la estación de La Molina se interesaron por las potencialidades del entorno de Cerler para la práctica de deportes invernales y consiguieron que fuera considerado como “Centro de Interés Turístico Nacional”. Tres años después llegaba la primera plasmación física de los proyectos en marcha con la inauguración de la carretera entre Benasque y Cerler que venía a sustituir al camino de caballerías que comunicaba hasta entonces ambas poblaciones.
Abierta definitivamente el 26 de diciembre de 1971, esta estación de esquí alpino ha vivido momentos turbulentos como los padecidos en el primer tramo de la década de los ochenta del pasado siglo cuando la ausencia de precipitaciones de nieve durante varios años estuvo a punto de obligarle a echar el cierre. El decidido impulso de los municipios del Valle y del resto de Ribagorza, que apoyaron económicamente su pervivencia y asumieron su gestión en 1983, garantizó la continuidad de este centro invernal que vivió dos momentos fundamentales en 1992, con la puesta en marcha del proyecto de innivación artificial que garantizaba definitivamente la nieve durante toda la temporada, y en 1993 cuando se inauguraba el telesilla del Gallinero que, al alcanzar la cota 2630, la convertía en la estación más alta del Pirineo.
Integrada desde comienzos de este siglo en el holding Aramón, afronta los próximos años con importantes proyectos de expansión y ampliación que pueden hacer de ella uno de los dominios esquiables más extensos de España.

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