RELATOS PARA VIVIR EN VERANO
Por Leonor Lalanne Canales.

La suave y tibia brisa atlántica me acariciaba y yo me dejaba mecer mientras el velado tintineo de las copas al brindar llegaba a mí con claridad.

Había escuchado aquel sonido un sinfín de veces en las frecuentes fiestas de la gran casa familiar, pero aquella vez, aunque yo aún no lo sabía, iba a ser diferente. Ese brindis iba a marcar el final de una época y por tanto el comienzo de mi sorprendente aventura.

El patriarca, François, había decidido que su hijo Félix, joven y apuesto aventurero lleno de ilusiones, bien podía hacer aquel largo viaje de ultramar en busca de una solución a la filoxera, la devastadora plaga que amenazaba con arrasarlo todo.

Lo que yo no sabía era que iba a ser una de las elegidas para acompañarle.

¿Por qué ?

Puede que porque fuera más fuerte que el resto, puede que porque fuera más esbelta, o tal vez porque ése era mi destino.

Al amanecer de la mañana siguiente, cuando él emprendió la búsqueda allí estaba yo, anhelando ser la elegida.

Paseó entre nosotras, valorando nuestras cualidades, acariciando nuestras extremidades y parecía que ninguna le convencía del todo hasta que me vio a mí.

Se detuvo pacientemente y me observó un buen rato, palpó mi piel, mis nudos y mis brotes. Clavó su uña sobre mi corteza y cuando apareció mi verdor interno, cargado de vida y juventud a raudales, sonrió.

Empuñó un objeto con el filo curvado y, tras calcular con precisión el lugar exacto, me cortó. Envolvió el corte en un paño húmedo y depositó mi ser en un cesto, junto a otras como yo.

Hasta entonces había vivido en el margen derecho del camino que lleva al riachuelo que baña las tierras de la finca, en la fila 44, soy la séptima de la fila, así que en una tirilla escribió con primorosa caligrafía : 447, continuó escribiendo : Merlot y después añadió : Lalanne, y me rodeó con ella.

Esa soy yo, la cepa 447, de la variedad Merlot y soy Lalanne, el apellido de mis propietarios. En ese preciso instante, en ese cálido verano, en Burdeos, en 1890, comenzó mi gran aventura.

Quisiera poder recordarlo todo porque he vivido intensamente y he sido testigo de una gran historia de lucha, de esfuerzo, de trabajo y de pasión.

Aquí comienzan mis memorias, las memorias de una cepa.

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