La opción de vivir en una población moderna y funcional que brinde una calidad de vida debe de estar conectada con el medio ambiente que la rodea.
El concepto de hábitat en el que se enmarca Capdesaso tiene como una de sus premisas más importantes establecer una armonía con el entorno natural en el que se ubica el municipio, puesto que sus habitantes se han encargado de convivir con el medio ambiente, contribuyendo de esta forma a que respetando su entorno, este les ayude a vivir mejor.
Capdesaso tien una superficie de casi 18 km² y está ubicado en la carretera de Fraga a Huesca cerca de Sariñena. Podemos destacar varios lugares de interés: la iglesia, la ermita de Santa Elena, el encinar, el «Carrascal de la Sarda» y la Laguneta. “Además de la biblioteca donde hay documentación y fotografías de Mariano Constante, un fiel testimonio del horror que pasaron los españoles en el campo de concentración hitleriano de Mauthausen”, señala el alcalde, Clemente Jaime que lleva, nada menos que 38 años como edil del municipio, “desde 1983, concretamente el 23 de abril, fuimos el tercer municipio invitado en Femoga, cuando la feria se hacía en el polideportivo”, explica Jaime.
De los lugares destacados hay que subrayar que además de que el pueblo se encuentra sobre un saso desde donde las vistas justifican el viaje hasta allí, su parroquia, dedicada a San Juan Bautista (S.XVI) y de estilo gótico rural, es obra del maestro Joan de Aracil, constructor con obras en toda la provincia de Huesca, sobre 1566 (“Diccionario Histórico de Arquitectos en Aragón” Jesús Martínez Verón). Esta iglesia de torre independiente, con acceso desde el exterior, con un alto pináculo y con unas ventanas a media altura, parece una torre defensiva. La fachada, con una sencilla portada, esta coronada por una galería de arcos de medio punto en ladrillo. El templo luce mucho más gracias a las vistas de la Sierra de Alcubierre hasta los torrollones de Marcén, la Sierra de Guara y los macizos de Cotiella y Monte Perdido. Asimismo, la ermita de Santa Elena (S.XVI), de estilo gótico popular, ubicada a unos 2 kilómetros del pueblo, también comparte vistas con la parroquia y la pequeña laguna, «la Laguneta», de origen cárstico, además del encinar, “Carrascal de la Sarda», son otros de los atractivos.
En referencia al “Carrascal de la Sarda” algunas de sus carrascas tienen casi 3 metros de perímetro, traducido a años son más de 500 años viviendo en el denominado “Desierto de Europa”, tal y como se aprecia en las fotografías que se muestran en Proyecto Monegros.
Todo este conjunto de cualidades medioambientales se establece en una baja densidad de habitantes, lo que incide positivamente en el equilibrio ecológico de la zona ya que la posibilidad de reunir en un solo espacio vivienda y a muy pocos kilómetros, educación, comercios y zonas de trabajo, comunicados por funcionales vías de acceso, sin semáforos ni tráfico, contribuye a reducir los niveles de contaminación característicos de otros espacios, “si bien han llegado nuevos vecinos, una familia con niños y ha nacido una niña, lo que ha sido una alegría para todo el municipio”, señala la concejala, Blanca Borbón.
Además, tal y como escribió Pedro Blecua, en 1792, Capdesaso tenía “junto al pueblo, un pozo que les da agua abundante”. A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz, Indica que los vecinos “se surten para beber y usos domésticos, de las aguas de un pozol”. Más recientemente, lo situaba en un grupo de pozos fuente, afirmando que “el de Capdesaso es de los de brocal”.
De su historia hay que rememorar que Capdesaso, estaba situada a pie del camino real que unía la localidad de Fraga con Huesca, y por tanto enclavada en la vía que comunicaba esta capital con la ciudad de Lérida. Esto hacía que en ocasiones se veían sorprendidos por comitivas que trasladaban a los presos y convictos de Huesca a Lérida, o viceversa, y se veían obligados a parar en esta localidad a pernoctar. Cuando se presentaba esta ocasión, todos los vecinos se veían obligados a dar hospedaje a los viajeros oficiales, pero esto no era muy problemático, lo realmente complicado consistía en buscar en Capdesaso un lugar que sirviera de cárcel para los presos y que en el ayuntamiento carecían de calabozo. Ante esta difícil situación, el Consejo no vió otra alternativa que dirigirse a la Real Audiencia de Zaragoza para exponer el problema y solicitar por parte de la autoridad una solución que permitiera a Capdesaso seguir viviendo del camino real. La petición fue tenida en cuenta por la Real Audiencia y ordenó se les informe a los arrendadores en el plazo de ocho días “sobre el contenido de este pedimento”. No existen más noticias sobre el asunto, aunque seguramente, Capdesaso acabaría teniendo su cárcel o calabozo acondicionado en el ayuntamiento, algo lógico y común en otras muchas localidades. No obstante, lo único que solicitaban era tener una fosqueta de la que no se escaparan los presos.
Por último, hay que ensalzar a sus amables vecinos, sus calles tranquilas, despejadas y limpias, que son un lujo digno de disfrutar.