Centrarse mediante la respiración consciente

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Vivir centrado o lograr centrarse, es un proceso relativamente sencillo de lograr si se es capaz de librarse por unos segundos de las falsas creencias que obligan a las personas a decirse a sí mismas: no sé, no puedo, me resulta imposible, soy incapaz y otras basuras mentales que han castrado a multitud de personas impidiéndoles sentirse dichosas y valiosas.

Para lograrlo puede proceder del siguiente modo: siéntese por unos minutos en un lugar apacible y tranquilo en donde nada ni nadie pueda interrumpirle o molestarle. Procure que el asiento sea duro, si lo percibe duro en exceso, coloque una toalla plegada en el asiento. Trate de que las rodillas estén situadas dos o tres centímetros más bajas que las caderas y que la espalda no necesite apoyarse sobre un respaldo. Perciba sus dos isquiones, las dos protuberancias óseas de la pelvis ubicadas en la parte media e interna de los glúteos, en contacto con el asiento. Si permanecer en la postura sentada le resulta muy incómodo y molesto es preferible que extienda una manta o dos en el suelo y se tumbe en decúbito supino, boca arriba, apaciblemente.

Si está sentado sobre una silla o sobre un taburete, trate de prestar atención a la respiración y a las diversas sensaciones que desprende el cuerpo en la cara, en la cabeza, en los isquiones, en la espalda o en las manos, que reposan suavemente sobre las piernas. Si permanece sobre el suelo, trate de sentir las partes del cuerpo que contactan, pero sobre todo sienta su respiración, el flujo de aire que alimenta la vida. Nada más. Perciba y sienta el aire que entra en los pulmones al inhalar y el que sale al exhalar. Observe al cuerpo respirar como si se tratara de un extraño al que siente respirar por primera vez en la vida.

Focalice toda su atención en el respirar y explore con atención todas las sensaciones que vayan apareciendo.

Es probable que sin pretenderlo comiencen a aparecer pensamientos de muy diverso signo. Cada vez que expulse el aire acompáñelo con aquellos pensamientos que acaban de hacer su aparición.

Algunos volverán a insistir una y otra vez haciéndose muy pesados, pero permanezca impasible expulsándolos al exhalar una y mil veces, hasta que no vuelvan a aparecer en un buen rato, porque su atención se dedica ahora exclusivamente a atender sus propias sensaciones.

Trate de sentir el abdomen, los costados y los riñones y observe los efectos que produce en esas zonas de su anatomía la respiración. Preste atención a la zona baja de los pulmones, donde puede acumularse mayor cantidad de aire. Deje fluir su respiración sin forzarla, siga con atención su entrar y salir, su flujo y reflujo, como si se tratara de las olas del mar que acarician suavemente la arena de una playa. Este es el mar interior de su vida, un mar privado al que solo la conciencia de ese cuerpo puede acceder. Déjese bañar y mecer por sus olas, préstele toda su atención y de este modo eludirá mucho mejor la aparicia. Siempre que ro es una experiencia que puedes repetir cuantas veces desees cada daya. Este es tu mar interior, un mar privado ón de nuevos pensamientos.

Si ha logrado durante unos breves segundos, incluso durante un minuto o más, permanecer tranquilamente atendiendo a su respiración sin distraerse en ningún pensamiento o ruido externo, puede estar seguro de que ha vivido una experiencia sensitiva centrada, de que ha visitado su centro vital. Es así de sencillo. No necesita hacer ni saber nada más.

www.ejercicioybienestar.org

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